miércoles, 5 de octubre de 2011


ELEGIA POR MARCO ANTONIO VALENCIA ORTEGA
Por Marco Antonio Valencia

Fábula o no, mi papá una vez, hace mil años, me dijo que cuando los perros aullaban a media noche, es porque alguien conocido se estaba muriendo. En la madrugada del lunes 3 de octubre los aullidos de los perros del conjunto residencial donde vivo me despertaron…  y sentado esperé la llamada con la fatal noticia. Hace una semana, el viejo, después de casi un mes de inconsciencia, se despertó sobresaltado, me agarró del brazo y me dijo con la severidad de siempre, que se estaba muriendo, que no me fuera olvidar de las palabras, y como si nada, volvió a dormirse en espera de que su alma se extinguiera.
Cuando a mi papá le diagnosticaron la enfermedad que acabó con su vida, nos llamó a todos los miembros de la familia y con una tranquilidad asombrosa, dio instrucciones, pidió que le preguntáramos cualquier duda, y habló un largo rato sobre la muerte. Dijo que era un asunto natural de la vida para la cual estaba preparado sicológica y espiritualmente, y con una sonrisa apuntó que esperaba una entrada al más allá sin dolor. En vez de miedo, tenía curiosidad por saber qué había después de la muerte, y estaba seguro que la vida tal como la conocemos se termina con el último suspiro. Se fue tranquilo, sin deberle un peso a nadie, con el orgullo del deber cumplido a la sociedad, a su familia, pero sobre todo así mismo. Era consciente que muchas veces se había equivocado, pero aclaró que respondió siempre a lo que su corazón le decía de acuerdo a su carácter y a la educación recibida. Incluso, nos pidió perdón por haber sido tan severo en nuestra educación, y me pidió a mí personalmente, que le dijera a todos sus conocidos y familiares, que lo perdonaran si alguna vez los había molestado con la acritud de sus palabras, porque él a sus 76 años, se moría tranquilo perdonando cualquier revés o injusticia de los otros para con él.
Mi papá fue Diputado a la Asamblea del Cauca y Concejal varias veces del municipio de Patía. Cuando tenía 65 años, en vez de jubilarse, volvió a cursar bachillerato y a los 69 fue estudiante de Derecho en la Universidad Cooperativa. Fue un emprendedor incansable que transitó por el mundo de los negocios, la política, la ganadería y las fincas, hasta que un día en alguna aventura económica se quebró y perdió todas las riquezas acumuladas en 40 años. Pero desde allí, en silencio, como los hombres de antaño, con berraquera, con una dignidad, un heroísmo y una fortaleza que nadie entendió; asumió sus errores y comenzó a levantarse todos los días a las tres de la madrugada para irse a trabajar a la finca, hasta que volvió a recuperar sus sueños, pero lo hizo sin quejas, ni treguas, sin lamentos, sin miedos, con decisión, con honestidad, sin dudas y sin pedirle permiso a nadie. Y si eso no es ejemplo de vida, nada lo es.
POS-NOTA: En nombre de la familia, agradezco todas las manifestaciones de pesar recibidas. La solidaridad es una flor que alivia los corazones cuando los tormentos no nos dejan ver el cielo.

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