jueves, 20 de diciembre de 2007

QUERIDO AÑO VIEJO

Lamento que mueras, es triste, pero así es la vida: naces en primavera, creces en verano, te reproduces en otoño y vuelves a morir en el invierno de diciembre. Verte morir es duro, porque se nos invita a un balance y descubrimos que indudablemente estamos más viejos, y si en tus días nada bueno ocurrió, ni cambió, nos llenamos de angustia.

Pero tu, mi querido Año Viejo, no eres el único que muere. En la cotidianidad de tus días murieron muchas personas que no debieron morir aún, y eso también da tristeza. Murieron ancianos abandonados por sus parientes, niños atropellados en sus derechos más elementales, cientos de personas por quemar pólvora, por atracos callejeros, por medicamentos vencidos, por tiros al aire, por culpa de conductores ebrios. En los hospitales murieron miles de personas por la irresponsabilidad de las Empresas Prestadoras de Salud que no quieren dar calidad ni gastar un peso en los enfermos. En los campos y barrios humildes, murieron muchas personas de física hambre. Y cada noche que un joven se drogó o tuvo sexo no seguro, decidió morir en la ignorancia. Cientos de personas murieron y mataron por abrazar ideas políticas contrarias. Eso sin mencionarte los que se murieron poco a poco por estar secuestrados, extorsionados, amenazados… o aquellos que fueron víctima de la discriminación, la indiferencia, el fanatismo, el narcotráfico, la guerra…

Tú, querido Año Viejo, al menos tienes la esperanza de volver a nacer en enero. Pero en nosotros los mortales ¿qué pasa cuando se nos muere la esperanza, la tranquilidad o se nos apaga la existencia por la violencia o la estupidez humana? ¿Qué hacemos?

Entonces, querido Año Viejo, gracias por morir. Al morir nos recuerdas lo frágil que somos. Ojala muchos de nosotros no desaprovechemos la oportunidad que nos da la vida de sobrevivir para transitar el 2007.

Feliz Año Nuevo para todos.

(valenciacalle@yahoo.com)

EL PERVERSO ENCANTO DE LA NAVIDAD

La navidad no es tan buena como la cantan, ni tan triste como se sospecha. Es mucho peor. Llegan los temibles días de niños sin oficio en casa dispuestos a comerse la despensa en una tarde, a quemar la casa con sus travesuras, a volver loca a la abuela con sus gritos y el ruido de sus juegos electrónicos. Llegan los días de fiesta en la empresa, y la gente se emborracha para dejar salir a flote sus resentimientos o frustraciones, y entonces, con el licor encima y las venas hirviendo afloran los chismes, las peleas, los desafíos, los amores clandestinos, las infidelidades y los cuernos. Llegan los días de alicoramiento y con ellos las escenas ridículas, las discusiones imbéciles, las tragedias sin anunciar. Llegan los días de comprar cosas innecesarias por cuenta de una publicidad sin piedad que nos obliga sin querer queriendo a endeudarnos y a gastar a manos llenas el dinero que no tenemos en promociones ficticias. Llegan los días por donde se pasean los males de la modernidad como la soledad y el miedo por nuestras vidas, y en busca de la placidez nos dedicamos al consumismo más estúpido y costoso. Llegan los días de fin de año con sus horas para evaluar la vida, y no siempre la sonrisa del triunfo y el éxito acompañan los resultados, en un país de conflictos como el nuestro. Llegan los días de viajar de vacaciones (o para visitar familiares), no siempre con las condiciones, el clima, el precio, ni al lugar que deseamos. Llegan los días de visitas incomodas o las discusiones familiares de si vamos a la casa de tus padres o al de los míos. Llegan los días de borrachos quemando pólvora en la calle al tiempo que ponen en peligro la vida de niños y transeúntes, y provoca crucificarlos por indolentes. Llegan los días de ocio juvenil envueltos en rumbas donde las ganas del cuerpo les pueden, la virginidad se pierde, la inocencia se enreda y la rebeldía pide espacios al misterio y al peligro de los vicios. Llegan los días de alimentos harinosos, grasos y exóticos a extremos indecibles, y la dieta y la salud se exponen por culpa de antojos, agasajos e invitaciones indeseadas. Llega el día de gastar tiempo y dinero en la compra de accesorios desechables como los árboles y adornos navideños que anuncian y ambientan la navidad, pero intimidan y falsean el grado de la alegría, el poder y la gracia. Llegan los días de entregar cuotas, o los descuentos al sueldo para hacer la fiesta de fin de año, la novena del barrio, el encuentro familiar, el regalo al niño pobre, la prima del portero, la limosna a la iglesia… reduciendo el sueldo a su mínima expresión. Llegan los días de la misma música festiva y sosa de todos los años, que nos llenan de alegría, nostalgia o aburrimiento. Llegan los días de ver a decenas de niños quemados por la pólvora a lo largo y ancho del país, por la bárbara y desconcertante costumbre de seres salvajes y brutos de quemar pólvora animados por la iglesia católica, y la falta de pantalones de los congresistas y alcaldes incapaces de prohibirla del todo. Llegan los días de villancicos y melodías para el teléfono celular que nos obliga a pensar que estamos en la mejor época del año, así nuestro corazón esté triste, de luto, destrozado y melancólico. Llegan los días de locutores ridículos que en la radio se dedican a la burla y los chistes grotescos para captar audiencia al tiempo que educan a nuestros niños en la guachería y la recocha indeseable. Llegan los días de dar y recibir regalos que no queremos o no podemos por falta de ánimos o de dinero, de comprar lo que no deseamos comprar, de oír la música que no nos gusta, de comer lo que no deseamos, de visitar a quien no queremos. Llegan los días de asesinos ebrios y motorizados con licencia de tránsito para matar porque la ley hoy en día los exonera del peso de la justicia como debe ser. Llegan los días de luces y parafernalia engañosa, de la felicidad comprada, de rezos sin mística, de excesos obligados, de gastos innecesarios, de imprudencias, de soñar con la paz y la esperanza de días mejores, de frases huecas y poco sinceras dichas sin el sentimiento y el corazón como:

¡Feliz navidad para todos!

SI YO FUERA RAIMUNDO

Por: MARCO ANTONIO VALENCIA*

A pesar de... las reinas de belleza han sido personajes necesarios en todos los mundos y continentes. Representan la banalidad y el folclor de un pueblo frente al trabajo de las gentes del sector productivo que generan riqueza y buscan la comodidad de los hombres. Representan la belleza y la perfección frente al reino de los poetas e intelectuales, que van alimentando con su imaginación y el desprendimiento otra forma de ver la vida. Son el producto de consensos y organizaciones dedicadas al lujo y la estética, frente a la educación y la religión que pregonan que vale más un cerebro bien preparado que la vanidad y el culto al cuerpo.
Las reinas de belleza no solucionan problemas, ni fomentan nada distinto a la idolatría momentánea de la fiesta, y no deberían alcanzar a ser modelos de vida para nadie en un mundo tan globalizado, educado y consciente de la trivialidad de las pasarelas, el jet set y la televisión.
Las reinas de belleza no edifican ciudades, ni tienen mando real, ni tienen súbditos de verdad, y ni siquiera simbolizan el querer de todo un pueblo; pero pueden llegar a generar alegrías de bulto, convocar a la magnificencia, la elegancia, la moda, el consumismo, el ocio, la recreación, la fiesta misma; y por eso, aunque nos cueste decirlo, son tan vitales y necesarias.
Nada es capaz de parar la organización de un reinado. Ni los desastres naturales, ni las hecatombes del terrorismo, ni el pueblo a los extramuros de Cartagena ahogándose en la podredumbre del vicio, el hambre, la delincuencia y todas las desesperaciones que conlleva la pobreza. Pero cuando se trata de reinas el matriarcado se impone en su organización, el machismo no escatima recursos para su ejecución, y el tercer sexo decora y reviste de esplendor todo lo manipulable que se encuentra a su paso.
Por eso, si yo fuera Raimundo, el Dueño y Señor de un evento tan especial, al menos por una vez en la vida, antes de morir, me impondría más y realizaría algunos cambios. Por ejemplo, haría que, por ley, todos los departamentos estuvieran representados para que así la elegida fuera una Señorita Colombia de verdad y en franca competencia. Ignoraría los preceptos de lindura de estándares internacionales para atender el estereotipo propio de la belleza colombiana. Descartaría por completo las recomendaciones de estilistas, periodistas, cirujanos, dentistas y modistos que ya se apoderaron del certamen tradicional, procurando que “el carnaval” fuera un evento para el primor y la feminidad, y no un dechado de banalidades, comercio, apuestas y cosmetología.
Si yo fuera Raimundo, organizaría un reinado donde pudieran asistir por igual mujeres rubias, pero también indias, mulatas, negras, mestizas, zambas, blancas y amarillas. Es decir, haría una fiesta de (y para) las y los colombianos en general, sin cuerpos manipulados por los diseñadores del tercer sexo que se dedican a engendrar mujeres divinas y de pose, a imagen y semejanza de sus elucubraciones, degenerando la raza y violentando la naturaleza.
Impondría mi voluntad para ver en esas pasarelas a una mujer de raza india, piernas cortas, de cuerpo abultado, pómulos anchos, dientes grandes y caminado natural. Haría del Reinado Nacional de Belleza un evento del pueblo colombiano entero, sin exclusiones; y no un certamen elitista, de falsedades televisivas, de engaños audiovisuales que siembran frustraciones en las niñas y adolescentes del promedio, que frente a la guerra que vivimos solo necesita crearse esperanzas y no envidias y sentimientos de fracaso.

(valenciacalle@yahoo.com)
*Escritor

JUAN GELMAN: PREMIO CERVANTES 2007

Juan Gelman tiene 77 años, es argentino, de izquierda y vive exiliado en México hace dos décadas. Es poeta, y por este oficio solitario y espléndido, el reino de España que hace un año le honró con el Premio Reina Sofía de Poesía Hispanoamericana, le acaba de conceder el Premio Cervantes de Literatura 2007, porque su obra enriquece el patrimonio cultural de quienes hablamos la lengua de Sancho y Dulcinea.
Ahora, que a nadie le queden dudas que las letras latinoamericanas, vamos a pujar duro para el Nóbel de literatura 2008.
En entrevistas dadas por motivo del premio, Gelmán, a quién acompañé a recibir el Premio Reina Sofía de manos de su Majestad la Reina, una noche del 2006 con aguaceros en Madrid, ha vuelto a contarle al mundo el dolor que le sobrecoge su condición de exiliado y víctima de la violencia política de su país. Cada que Gelman habla de su tragedia, la historia de la democracia que se respira hoy en el continente se estremece. La experiencia de Gelman es única, pero es otra más, de las de miles de víctimas que nos dejaron las dictaduras; y ante estas cicatrices humanas y políticas, crece la necesidad de preservar a toda costa las libertades ganadas, y un “no” rotundo a los gobiernos perpetuos que se quieren atornillar a punta de falacias en el poder. Las dictaduras y el populismo, no hay que olvidar, dejaron miles de muertos, miles de personas desaparecidas, y fueron miles los días de lucha necesarios para conquistar las libertades que hoy gozamos en el continente de la esperanza.
Gelman habla bajito y quiere pasar por un hombre normal, de esos que va a la tienda cada mañana a comprar el pan; pero castiga duro con su figura de exiliado y sus reclamos literarios: “las editoriales –dice- prefieren publicar cien mil ejemplares de un best seller, antes que mil ejemplares de una obra poética”.
Ya imagino a este argentino de padres ucranianos, por los pasillos de la Universidad de Alcalá camino al Paraninfo donde se realizará la ceremonia el próximo 23 de abril; ya lo imagino repasando con sus inmensos ojos azules las placas con las imágenes en alto relieve de los 31 escritores que como él, han sido bendecidos con este reconocimiento. Lo veo salir del reciento al jardín donde le narrarán las historias de los gorrones, de las cigüeñas, y del monumental Cardenal Cisneros mientras esquiva las lágrimas de sus emociones encontradas. Lo veo caminar por los patios de la universidad donde le dirán que allí estudiaron y pasaron su juventud Quevedo, Calderón de la Barca, Lope de Vega, Lebrija, San Juan de la Cruz, San Ignacio de Loyola…
La crítica, la academia y las editoriales a partir de esta designación, imperiosamente deberán volver a descubrir sus poemas y dirán de ellos que son ricos verbalmente. Que es una poesía honda, dolorosa, expresiva y convincente. Que sus libros están llenos de intuición, de variaciones, de memoria y de recreaciones sobre el acto de crear. Dirán que es economista de la palabra, metafísico, imaginativo y testimonial. Dirán que su poesía jamás ha dejado de estar fuera de la realidad social y que tiene influencia de los místicos españoles. Dirán eso, y todo lo que la misma poesía les ayude a ensoñar, elucubrar, descubrir, rememorar, alucinar, ilusionar, revelar…(¡)
Con Borges, Sábato y Bioy Casares, el poeta Juan Gelman se convierte en el cuarto argentino en ser reconocido con el premio literario más importante de las letras españolas.
El año entrante, los colombianos tenemos que candidatizar a Giovanni Quessep o a Juan Manuel Roca, que ya están en edad de merecer, tienen prensa y obras monumentales, para que sus efigies le hagan compañía a Álvaro Mutis, el único de los nuestros que tiene una placa allí, en el cielo que vio nacer a Don Miguel de Cervantes. ¡Salud Poeta! Y vamos por el Nóbel. (valenciacalle@yahoo.com)

¿Colombia es como la pintan en el cine?

El 29º Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, en la Habana Cuba, termina este viernes 14 de diciembre. Por ese motivo, turistas y cineastas llegamos como un huracán haitiano a pasear por sus teatros y malecones, pero al mismo tiempo para constatar que el ambiente en Cuba sin Fidel en el gobierno sigue igual; que el salitre de los edificios viejos siguen registrando bien en las fotografías, que los mojitos en la Bodeguita del Medio cada vez están más caros, que la comida típica de la isla es cada vez menos típica y más internacional, que las jineteras cada vez son más osadas, más jóvenes y más baratas; y que en navidad, la mayoría de los hogares cubanos no le hacen el juego a la parafernalia de los adornos, el árbol y los pesebres, porque no son su costumbre.
Alfredo Guevara, director del evento, en la jornada de inauguración, no desaprovechó la ocasión para hablar de lo que todos los cubanos le hablan a un turista: los 40 años de la muerte del Ché, las celebraciones que ya se organizan para el 2009 con motivo de los 50 años de la revolución cubana, las profecías de Fidel, la inmortalidad de Fidel, la dignidad de los cubanos, los gusanos, el imperialismo, la resistencia, la revolución, Chávez, etc, etc, bla, bla, blá…
A propósito del apellido “Guevara”, el director argentino Tristán Bauer, conocido por trabajos sobre Evita y Cortázar, llegó con el documental: “Ernesto Guevara”, donde se exhibe la inmodestia gaucha, y nos deja la idea de que el hijo de Dios no fue Jesús, sino el Ché. Al tiempo que el brasileño Claudio Assis, nos dice que el énfasis del nuevo cine latino esta en los retratos sociales sin posturas, y que los directores del sur le ponen el alma a cada película, porque siendo un arte tan caro, nunca saben cuándo filmarán otra.
En la Casa de los Condes de Candongo, en plena Habana vieja, se realizó un foro internacional sobre “La niñez y su Universo Audiovisual”, auspiciado por la UNICEF, que llegó a las mismas conclusiones de siempre: la televisión infantil en Latinoamérica es demasiado violenta, y no forma ciudadanos, sino que deforma cerebros. (Amen digo)
El evento sirve para descubrir que en Suiza se hace un cine interesante a pesar de no contar con una industria de tradición; y que en Norteamérica crece estupendamente bien el cine hecho por los latinos, que se vinieron con todo a exhibirse a Cuba.
Conmovedora desde todo punto de vista “Los invisibles” del español Javier Barden, un documental con cinco historias sobre los que viven en la marginalidad y la indiferencia, entre ellas, una que habla sobre el desplazamiento en Colombia.
Tema coincidencial con el documental de Martha Rodríguez (una socióloga colombiana de 74 años) que se vino con “Soraya, amor no es olvido” (2006), y nos desgarró el corazón con su historia sobre las comunidades negras desplazados por la guerra paramilitar. Filme que testimonia la historia actual de nuestra violencia y nos vuelve a la realidad, al horror que a diario vivimos.
Y entonces, no provoca volver a Colombia por un largo rato. Provoca tomarse unas vacaciones en el asilo de bienestar y engaño que ofrecen los hoteles, escuchando al oído y sin inmutarnos (por ajenas) las tragedias de los cubanos en boca de las jineteras; mientras bebemos ron Cubay, fumanos Cohibas y nos arrullamos entre sus tetas al son y los boleros, pensando que así debería ser el cielo: todo un paraíso de película, todo un documental de la felicidad procurado por lo dólares y el valor del hedonismo…
Pero no hay felicidad que dure, porque resulta que la cinéfila jinetera quiere saber sobre la guerrilla, los paras, los genocidios, los narcos, la corrupción, etc, etc. -¿Y eso? –Le pregunto-. “Es que hace un mes –me dice-, pasaron en la sala Chaplin una muestra de cine colombiano. Ya sé cómo es el cine que hacen en Colombia, ahora quiero saber si Colombia es como lo pintan en el cine”. Y yo, que solo quería vivir mi propia película lejos de mi realidad con una jinetera... No pude evitarlo y me vine, me vine sin más.

*Escritor.
E-mail: valenciacalle@yahoo.com

Ecos de Guadalajara
MARCO ANTONIO VALENCIA CALLE
EL PERIODICO, 28 de noviembre 2007
Álvaro Mutis es un viejo hermoso que ya logró pasar a la historia por crear el mito de Maqroll, el viajero, pero que sigue pensando que su puesto literario debería estar respaldado por una ceremonia en Estocolmo, y así poder navegar más tranquilo por las aguas de la inmortalidad. Un escritor inclaudicable que a pesar de la edad sigue inventando historias, reeditando su obra y recibiendo merecidos homenajes, al tiempo que anuncia que su hijo Santiago busca por todos los rincones del planeta sus escritos de años mozos para antologarlas y publicarlas.
García Márquez es feliz en México, besa a Mutis y Mutis lo besa a él, y así reafirman sus afectos en público, al tiempo que recuerdan anécdotas de sus años de brega y casi todos los dos mil asistentes al auditorio Juan Rulfo ríen con cariño. Es el último domingo de noviembre del año 2007 y Jorge Volpi, el escritor Mexicano de 42 años que tiene el privilegio de estar entre estos titanes de la literatura colombiana, en calidad de anfitrión, toma notas, se imagina su vida en cuarenta años y comienza a bosquejar una crónica para su blog. Paula Moreno, nuestra flamante ministra de Cultura, tiembla de emociones encontradas, apaga su celular y se deja alagar cuando alguien le dice que un día Gabo escribió que Dios debe ser mujer, y más, que debe ser una mujer negra de curvas perfectas y mirada limpia, como la de ella.
Termina el acto pero ni Mutis ni Gabo pueden escapar a la impertinencia y al cariño de sus seguidores. Los acosan como un enjambre de mariposas amarillas para pedirles la bondad de una sonrisa. Se trata de gentes de todos los pueblos del mundo que quieren verse reflejados en sus ojos de escritores colombianos, a ver si de pronto sirven de inspiración para algo, de fanáticos que son capaces de pedirle sin palabras un autógrafo rápido y poco placentero; e incluso, que posan a su lado como si supieran que están frente a los últimos dinosaurios vivos de las letras colombianas del siglo XX, y que como ellos, ya no hay, ni habrá otros.
El mexicano Carlos Fuentes, sorprende al presentar el tema de su próxima novela (Aquiles o el guerrillero y el asesino) que aborda los entretejidos de la violencia colombina a través de la figura de Carlos Pizarro, el candidato presidencial asesinado en 1990. Mientras en otro salón, el español Antonio Muñoz Molina, muy en consonancia con la labor de Fuentes, afirma que el papel del escritor es nombrar, decir e inventariar el pasado que suele ser tergiversado por la dictadura de los vencedores.
La feria del Libro de Guadalajara va hasta el 5 de diciembre y Colombia es el país invitado; por eso, 40 escritores de los nuestros están allí dando conferencias, presentando sus libros y dándose un roce de popularidad frente a los ojos del mundo, a sus pares literarios y frente a un público ávido de conocerlos. Guillermo Schavelzon, el agente literario de autores nacionales como Gamboa, Franco y Gabriel Vázquez ya declaró en una conferencia que la literatura colombiana empuja con fuerza a nivel mundial por su riqueza y diversidad, y la prensa hispana hizo eco inmediato de sus comentarios. Por los pasillos de los 26 mil metros cuadrados de la feria la gente se esta gozando el olor a café colombiano, aprendiendo a oír la música nuestra a través de 31 conciertos que aparecen en el programa oficial, y la alegría de los colores de la bandera nacional estampada por todas partes opaca a los 38 países que igualmente hacen presencia por aquí. Pero no todo es café, música y libros, Colombia también se trajo 250 piezas del Museo del Oro y una exposición pictórica de Débora Arango, que complementan el panorama cultural que nos hace ricos y valiosos frente a los ojos del mundo.
La literatura colombiana esta viva y en Guadalajara nos lo dicen al son de los mariachis, las rancheras y los millones de lectores. NOTA: ¿Y usted, ya tiene su libro de autor colombiano para las vacaciones de fin de año?
*Escritor

Ecos de Guadalajara

EL PERIODICO, 28 de noviembre 2007

Álvaro Mutis es un viejo hermoso que ya logró pasar a la historia por crear el mito de Maqroll, el viajero, pero que sigue pensando que su puesto literario debería estar respaldado por una ceremonia en Estocolmo, y así poder navegar más tranquilo por las aguas de la inmortalidad. Un escritor inclaudicable que a pesar de la edad sigue inventando historias, reeditando su obra y recibiendo merecidos homenajes, al tiempo que anuncia que su hijo Santiago busca por todos los rincones del planeta sus escritos de años mozos para antologarlas y publicarlas.
García Márquez es feliz en México, besa a Mutis y Mutis lo besa a él, y así reafirman sus afectos en público, al tiempo que recuerdan anécdotas de sus años de brega y casi todos los dos mil asistentes al auditorio Juan Rulfo ríen con cariño. Es el último domingo de noviembre del año 2007 y Jorge Volpi, el escritor Mexicano de 42 años que tiene el privilegio de estar entre estos titanes de la literatura colombiana, en calidad de anfitrión, toma notas, se imagina su vida en cuarenta años y comienza a bosquejar una crónica para su blog. Paula Moreno, nuestra flamante ministra de Cultura, tiembla de emociones encontradas, apaga su celular y se deja alagar cuando alguien le dice que un día Gabo escribió que Dios debe ser mujer, y más, que debe ser una mujer negra de curvas perfectas y mirada limpia, como la de ella.
Termina el acto pero ni Mutis ni Gabo pueden escapar a la impertinencia y al cariño de sus seguidores. Los acosan como un enjambre de mariposas amarillas para pedirles la bondad de una sonrisa. Se trata de gentes de todos los pueblos del mundo que quieren verse reflejados en sus ojos de escritores colombianos, a ver si de pronto sirven de inspiración para algo, de fanáticos que son capaces de pedirle sin palabras un autógrafo rápido y poco placentero; e incluso, que posan a su lado como si supieran que están frente a los últimos dinosaurios vivos de las letras colombianas del siglo XX, y que como ellos, ya no hay, ni habrá otros.
El mexicano Carlos Fuentes, sorprende al presentar el tema de su próxima novela (Aquiles o el guerrillero y el asesino) que aborda los entretejidos de la violencia colombina a través de la figura de Carlos Pizarro, el candidato presidencial asesinado en 1990. Mientras en otro salón, el español Antonio Muñoz Molina, muy en consonancia con la labor de Fuentes, afirma que el papel del escritor es nombrar, decir e inventariar el pasado que suele ser tergiversado por la dictadura de los vencedores.
La feria del Libro de Guadalajara va hasta el 5 de diciembre y Colombia es el país invitado; por eso, 40 escritores de los nuestros están allí dando conferencias, presentando sus libros y dándose un roce de popularidad frente a los ojos del mundo, a sus pares literarios y frente a un público ávido de conocerlos. Guillermo Schavelzon, el agente literario de autores nacionales como Gamboa, Franco y Gabriel Vázquez ya declaró en una conferencia que la literatura colombiana empuja con fuerza a nivel mundial por su riqueza y diversidad, y la prensa hispana hizo eco inmediato de sus comentarios. Por los pasillos de los 26 mil metros cuadrados de la feria la gente se esta gozando el olor a café colombiano, aprendiendo a oír la música nuestra a través de 31 conciertos que aparecen en el programa oficial, y la alegría de los colores de la bandera nacional estampada por todas partes opaca a los 38 países que igualmente hacen presencia por aquí. Pero no todo es café, música y libros, Colombia también se trajo 250 piezas del Museo del Oro y una exposición pictórica de Débora Arango, que complementan el panorama cultural que nos hace ricos y valiosos frente a los ojos del mundo.
La literatura colombiana esta viva y en Guadalajara nos lo dicen al son de los mariachis, las rancheras y los millones de lectores. NOTA: ¿Y usted, ya tiene su libro de autor colombiano para las vacaciones de fin de año?
*Escritor

sábado, 20 de octubre de 2007

“Todo valió mucho, y el resto mucho más”

Ha terminado una semana más de mi vida. Con ella me gasté un polvo, cincuenta mil pesos y dos horas hablando por teléfono. He defecado y orinado cada día sin falta lo inservible, he tenido dos disgustos por la estupidez ajena, he soltado cuatro risotadas por la gracia de mis amigos y he pasado una noche entera sin dormir diseñando el Blog para el Colegio Nacional de Periodistas. (www.cnpcauca.blospot.com) Ha terminado una semana más de mi existencia y seguro me queda una semana menos de vida. Una semana en la que no me han faltado los alimentos, el tintico en ayunas, la buena salud, las flores en la sala, la emoción de la telenovela, los chismecitos familiares, los besos de mi mujer, los corrillos con los compañeros del trabajo sobre las noticias de la tele, ver la emoción de mi hijo prepararse para su primer campamento Scout, que es a su vez el campamento regional por motivo de los 100 años en el mundo de este movimiento juvenil; así como el asombro en el rostro de mi hija de siete años cuando hablamos sobre la reproducción humana y sus interminables “pero porqué…”
De la semana que pasó me queda la mirada triste de un mendigo que no pude auxiliar porque esa tarde tenia los bolsillos tan vaciados como los de él, el cuerpo de guitarra de una señorita con su ombligo al aire, el madrazo público que regurgité en un momento de flaqueza y contradicción, las lágrimas que derramé viendo en la tele al profesor Moncayo, así como el Factor XS; y a pesar de esas banalidades, las oraciones sinceras que hice por la salud de algunas personas que conozco y están enfermas.
Esta semana volví a ver amigos importantes que se me habían perdido del panorama de los días por alguna razón y recibí una llamada y una visita de otros dos que están en el exterior y las noticias de todos ellos me alegraron la vida.
Esta semana que pasó no fue mejor ni peor que la anterior, pero valió la pena vivirla. Me pongo a revisarla como si fueran los bolsillos de una camisa sucia antes de lavarla y descubro que estreché la mano de mucha gente (a veces soy tan saludable como un alkaselzert), escribí más e-mails de los que me había propuesto y subí un kilo de peso. Y ve, que casualidad, en una de esas entradas al sanitario (con libro en mano) leí un poema de León de Greiff que titula “balada de la fórmula definitiva y paradojal” donde el único verso que me gustó y memoricé dice “!todo no vale nada, si el resto vale menos!... pero yo, parafraseándolo quiero decir que “todo valió mucho, y el resto mucho más”.

Feliz semana para todos ustedes.
(valenciacalle@yahoo)

¿INTELIGENTES?

Un gran número de gente cree que el que más habla es el más inteligente. (Por eso dejé de hablar en reuniones. A los que nos creen inteligentes por hablar o escribir en público la pasamos mal) A los pobres siempre nos piden que hagamos el discurso o el brindis de turno(que diga las palabras de agasajo del cumpleaños hasta del bobo del pueblo, del almuerzo de ocasión al jefe tirano, del velorio de la suegra, el día de la boda de la ex, y el de los quince años de la hija negada. Así termina uno siendo el sapo del grupo, cuando no de la familia, porque claro, en estos discursos no se puede hacer crítica de librepensador, sino que hay que decir bobadas de lambón)
A muchos inteligentes, que a veces no son inteligentes, sino bocones, la gente los cree inteligentes por dejar escuchar su voz en reuniones públicas. Ocurre que en una reunión les da por preguntar, por quejarse de algo o por dar su opinión; entonces, de inmediato los demás, al ver su inteligencia brillar por un segundo a voz en cuello, lo nombramos (a veces en medio de risas y burlas) nuestros representantes de la Junta de Acción Comunal, de la Junta de Padres de Familia, de la familia misma, Jefe del sindicato, de concejal, alcalde, gobernador o hasta de presidentes si se dejan. Y por eso es que a veces tenemos los representantes que tenemos. Porque no elegimos ni líderes, ni a inteligentes, sino a bocones, a los que, casi obligados, les pedimos que salven la patria. Y ellos, por seguir en el juego de posar de inteligentes, aceptan, claro esta.
Es que hablar en público tiene enormes ventajas en medio de la pobreza intelectual y de estima que se tiene mucha gente por estos tiempos. Me explico, hablar en público en tiempos de aculillados (de gente que a todo le tienen miedo), de gente avestruz (tímidos que a toda hora andan con la cabeza escondida), de gente nada-me-importa (que a todo le saca el cu-erpo), de gente pobretona (que todo el tiempo trabaja, trabaja y trabaja), pues cualquiera es líder.
Mejor dicho, hoy a cualquiera (así sea doptor) le decimos que es “inteligente” y nos represente y es posible que acepte. Pero ese piropo es en realidad una hipocresía y una burla a la vanidad del bobo. Le decimos inteligente para que haga cosas que socialmente o comunitariamente no deseamos hacer. Entonces, ponemos al más bocón, al más vanidoso a trabajar en nombre de todos, y por eso, a veces tenemos los líderes políticos que tenemos.
Hoy cualquiera que hable en público parece inteligente (se cree inteligente y lo ponemos en la categoría de inteligente) y a ese lo nombramos líder o jefe, así diga sandeces, burradas, sea mal hablado, grotesco, inculto, en fin; lo que sea, con tal de que sepan mugir o cacarear en público sin miedo al oso, al que dirán, a la pena ajena.
Da grima ver seudo-oradores en los púlpitos de sectas cristianas, de sindicatos de trabajadores o maestros, las intervenciones de representantes a la cámara y políticos en la tele, en las sesiones del Concejo o Asamblea Departamental, en los salones de clase, en las reuniones de padres de familia… es decir de lugares donde se supone, se expresan los inteligentes, pero no-no-no-no.
Definitivamente, a veces los grupos sociales, actuamos de muy mala fe con algunos pobres de inteligencia, con los bocones y vanidosos. Definitivamente hay que tener mucha cara dura y ser un poco imbécil para posar de inteligente siendo tan mal hablados, tan incultos y tan grotescos…