pOR:
Marco Antonio
Valencia
Todo el mundo lo
sabe, pero tan solo unos pocos lo
disfrutan. Popayán tiene una magia impresionante. Si caminas por sus calles
después de las cinco de la tarde con los ojos abiertos, la escucha atenta y el
alma lista para los milagros, te vas a erizar hasta los huesos.
En Popayán no se
camina rápido. Aquí es otro ritmo, hay que caminar respirando hondo y dejándose
seducir por las palabras que a veces vienen cargadas de historia, otras de
oraciones que salen de sus templos, las más de las veces con la risa de los
amigos y el aroma del café que sale de los bares con nombres inconfundibles.
Y los quijotes se
reproducen como pájaros o palomas. Gestores culturales que se inventan de todo
para hacer felices a los demás, así no tengan dinero ni máquinas ni burocracia
ni oficina ni equipos ni contratos ni sueldo…
Gestores culturales
que a puro pulso e imaginación cada día anuncian la realización de festivales
de cine, teatro, cuentería, poesía, música, chirimía, tríos, historia,
literatura, patrimonio, cofradías, gastronomía, encuentros empresariales,
profesionales, etc. Pero además, por los auditorios de la ciudad y las
universidades se hacen a diario congresos por la paz, la salud, la educación,
el agua, la naturaleza, la ecología, la pobreza, el hambre, la infancia… para
medirle el pulso al espíritu y la inteligencia de la gente de todas partes.
En fin. En Popayán
ya no sorprende ver desfilar un mundo de gente venidas de otros mundos hablando
otros idiomas, para conocer y apreciar el milagro de los quijotes… y participar
como escuderos de las causas vibrantes, el conocimiento y las estéticas que dan
goce al intelecto y el espíritu.
Esta semana, por no
ir muy lejos en la Noche de los Museos (evento que si es organizado por la Alcaldía),
todos los centros de memoria que tenemos en la ciudad abrieron sus puertas el
viernes en la noche. Y se los juro por Dios que habían colas de cientos de
personas esperando poder ingresar a cada uno de esos museos: yo lo vi con mis
propios ojos. Fue genial e impresionante. Y los comerciantes de artesanías y
comidas típicas durante todo un día pusieron sus tiendas en las calles del
sector histórico para regalarnos esos elementos que nos llenan de identidad,
amor patrio y cultura cívica a propios y extraños.
Pero hay más: un
grupo de soñadores que desde hace dieciocho años se inventaron un encuentro
internacional de cuentería llenaron el teatro Valencia por tres noches
consecutivas hasta el gallinero sin importar las lluvias de octubre que ya nos
invaden. Y en el barrio Valencia, otro grupo de jóvenes soñadores cansados de
pedir prestado un teatro para sus presentaciones, decidieron inaugurar una sala alternativa de teatro llamada Teatropolis
para las artes y la gente. Y el miércoles, en el mismo teatro Valencia se
declaró a Popayán, como capital mundial de la poesía con la participación de
más de doscientos lectores y la asistencia de más de mil personas en una
lectura de doce horas. Y el parque de
Caldas miles de personas se concentraron en una jornada lúdica cultural de
medio día para pedir la paz y la firma de los acuerdos ya.
Pero sigo: esta
misma semana, más de un centenar de ciudadanos se reunieron en el parque
central para honrar la memoria del Sabio Caldas con chirimía, una Ley de
Próceres para honrar la memoria y legado de nuestros héroes más amados. Y el artista plástico Leonardo Huertas expuso
un libro mural que llama Catarsis para la memoria (ilustraciones sobre el
conflicto armado en Colombia). Y en el
auditorio del Banco de la República se presentó un libro de Juan José Bonilla
mientras que en el salón Fundadores de Unicauca un grupo de estudiantes
publicaron un libro para recordar las víctimas de los falsos positivos. Y el
jueves Coomeva presentó para sus afiliados una obra de teatro de talla
internacional con música en vivo que llenó el auditorio y me dejó contento el
corazón. Y el viernes, en los pasillos que dan a la calle en el auditorio del
banco de la República había una sinfónica en vivo con más de cincuenta músicos
deleitando a los transeúntes… Y la
semana que viene, hay festival de cine corto con más de sesenta películas con
artistas y autores que se pasearán por Popayán.
Y que no digan que
aquí no hay quijotes. Porque con todo esto que les cuento, su espíritu vibra,
se siente, se percibe en cada evento que la gente realiza.
Todos eventos se
realizaron sin tener Secretaria de Cultura (existen coordinaciones de cultura),
ni Fondo Mixto, ni grandes patrocinadores, y estoy seguro que fueron organizados
con presupuestos estatales pírricos. Eventos que, salvo la noche de Museos,
proyecto de la alcaldía, se realizaron
sin la asistencia de las autoridades a inaugurar o clausurar, sin discursos de
políticos ni nada que se le parezca. Eventos de la gente, de quijotes, de un
poco de jovencitos apropiándose de la ciudad, liderando sus sueños. Y eso, emociona, emociona mucho.