jueves, 20 de diciembre de 2007

JUAN GELMAN: PREMIO CERVANTES 2007

Juan Gelman tiene 77 años, es argentino, de izquierda y vive exiliado en México hace dos décadas. Es poeta, y por este oficio solitario y espléndido, el reino de España que hace un año le honró con el Premio Reina Sofía de Poesía Hispanoamericana, le acaba de conceder el Premio Cervantes de Literatura 2007, porque su obra enriquece el patrimonio cultural de quienes hablamos la lengua de Sancho y Dulcinea.
Ahora, que a nadie le queden dudas que las letras latinoamericanas, vamos a pujar duro para el Nóbel de literatura 2008.
En entrevistas dadas por motivo del premio, Gelmán, a quién acompañé a recibir el Premio Reina Sofía de manos de su Majestad la Reina, una noche del 2006 con aguaceros en Madrid, ha vuelto a contarle al mundo el dolor que le sobrecoge su condición de exiliado y víctima de la violencia política de su país. Cada que Gelman habla de su tragedia, la historia de la democracia que se respira hoy en el continente se estremece. La experiencia de Gelman es única, pero es otra más, de las de miles de víctimas que nos dejaron las dictaduras; y ante estas cicatrices humanas y políticas, crece la necesidad de preservar a toda costa las libertades ganadas, y un “no” rotundo a los gobiernos perpetuos que se quieren atornillar a punta de falacias en el poder. Las dictaduras y el populismo, no hay que olvidar, dejaron miles de muertos, miles de personas desaparecidas, y fueron miles los días de lucha necesarios para conquistar las libertades que hoy gozamos en el continente de la esperanza.
Gelman habla bajito y quiere pasar por un hombre normal, de esos que va a la tienda cada mañana a comprar el pan; pero castiga duro con su figura de exiliado y sus reclamos literarios: “las editoriales –dice- prefieren publicar cien mil ejemplares de un best seller, antes que mil ejemplares de una obra poética”.
Ya imagino a este argentino de padres ucranianos, por los pasillos de la Universidad de Alcalá camino al Paraninfo donde se realizará la ceremonia el próximo 23 de abril; ya lo imagino repasando con sus inmensos ojos azules las placas con las imágenes en alto relieve de los 31 escritores que como él, han sido bendecidos con este reconocimiento. Lo veo salir del reciento al jardín donde le narrarán las historias de los gorrones, de las cigüeñas, y del monumental Cardenal Cisneros mientras esquiva las lágrimas de sus emociones encontradas. Lo veo caminar por los patios de la universidad donde le dirán que allí estudiaron y pasaron su juventud Quevedo, Calderón de la Barca, Lope de Vega, Lebrija, San Juan de la Cruz, San Ignacio de Loyola…
La crítica, la academia y las editoriales a partir de esta designación, imperiosamente deberán volver a descubrir sus poemas y dirán de ellos que son ricos verbalmente. Que es una poesía honda, dolorosa, expresiva y convincente. Que sus libros están llenos de intuición, de variaciones, de memoria y de recreaciones sobre el acto de crear. Dirán que es economista de la palabra, metafísico, imaginativo y testimonial. Dirán que su poesía jamás ha dejado de estar fuera de la realidad social y que tiene influencia de los místicos españoles. Dirán eso, y todo lo que la misma poesía les ayude a ensoñar, elucubrar, descubrir, rememorar, alucinar, ilusionar, revelar…(¡)
Con Borges, Sábato y Bioy Casares, el poeta Juan Gelman se convierte en el cuarto argentino en ser reconocido con el premio literario más importante de las letras españolas.
El año entrante, los colombianos tenemos que candidatizar a Giovanni Quessep o a Juan Manuel Roca, que ya están en edad de merecer, tienen prensa y obras monumentales, para que sus efigies le hagan compañía a Álvaro Mutis, el único de los nuestros que tiene una placa allí, en el cielo que vio nacer a Don Miguel de Cervantes. ¡Salud Poeta! Y vamos por el Nóbel. (valenciacalle@yahoo.com)

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