jueves, 20 de diciembre de 2007

¿Colombia es como la pintan en el cine?

El 29º Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, en la Habana Cuba, termina este viernes 14 de diciembre. Por ese motivo, turistas y cineastas llegamos como un huracán haitiano a pasear por sus teatros y malecones, pero al mismo tiempo para constatar que el ambiente en Cuba sin Fidel en el gobierno sigue igual; que el salitre de los edificios viejos siguen registrando bien en las fotografías, que los mojitos en la Bodeguita del Medio cada vez están más caros, que la comida típica de la isla es cada vez menos típica y más internacional, que las jineteras cada vez son más osadas, más jóvenes y más baratas; y que en navidad, la mayoría de los hogares cubanos no le hacen el juego a la parafernalia de los adornos, el árbol y los pesebres, porque no son su costumbre.
Alfredo Guevara, director del evento, en la jornada de inauguración, no desaprovechó la ocasión para hablar de lo que todos los cubanos le hablan a un turista: los 40 años de la muerte del Ché, las celebraciones que ya se organizan para el 2009 con motivo de los 50 años de la revolución cubana, las profecías de Fidel, la inmortalidad de Fidel, la dignidad de los cubanos, los gusanos, el imperialismo, la resistencia, la revolución, Chávez, etc, etc, bla, bla, blá…
A propósito del apellido “Guevara”, el director argentino Tristán Bauer, conocido por trabajos sobre Evita y Cortázar, llegó con el documental: “Ernesto Guevara”, donde se exhibe la inmodestia gaucha, y nos deja la idea de que el hijo de Dios no fue Jesús, sino el Ché. Al tiempo que el brasileño Claudio Assis, nos dice que el énfasis del nuevo cine latino esta en los retratos sociales sin posturas, y que los directores del sur le ponen el alma a cada película, porque siendo un arte tan caro, nunca saben cuándo filmarán otra.
En la Casa de los Condes de Candongo, en plena Habana vieja, se realizó un foro internacional sobre “La niñez y su Universo Audiovisual”, auspiciado por la UNICEF, que llegó a las mismas conclusiones de siempre: la televisión infantil en Latinoamérica es demasiado violenta, y no forma ciudadanos, sino que deforma cerebros. (Amen digo)
El evento sirve para descubrir que en Suiza se hace un cine interesante a pesar de no contar con una industria de tradición; y que en Norteamérica crece estupendamente bien el cine hecho por los latinos, que se vinieron con todo a exhibirse a Cuba.
Conmovedora desde todo punto de vista “Los invisibles” del español Javier Barden, un documental con cinco historias sobre los que viven en la marginalidad y la indiferencia, entre ellas, una que habla sobre el desplazamiento en Colombia.
Tema coincidencial con el documental de Martha Rodríguez (una socióloga colombiana de 74 años) que se vino con “Soraya, amor no es olvido” (2006), y nos desgarró el corazón con su historia sobre las comunidades negras desplazados por la guerra paramilitar. Filme que testimonia la historia actual de nuestra violencia y nos vuelve a la realidad, al horror que a diario vivimos.
Y entonces, no provoca volver a Colombia por un largo rato. Provoca tomarse unas vacaciones en el asilo de bienestar y engaño que ofrecen los hoteles, escuchando al oído y sin inmutarnos (por ajenas) las tragedias de los cubanos en boca de las jineteras; mientras bebemos ron Cubay, fumanos Cohibas y nos arrullamos entre sus tetas al son y los boleros, pensando que así debería ser el cielo: todo un paraíso de película, todo un documental de la felicidad procurado por lo dólares y el valor del hedonismo…
Pero no hay felicidad que dure, porque resulta que la cinéfila jinetera quiere saber sobre la guerrilla, los paras, los genocidios, los narcos, la corrupción, etc, etc. -¿Y eso? –Le pregunto-. “Es que hace un mes –me dice-, pasaron en la sala Chaplin una muestra de cine colombiano. Ya sé cómo es el cine que hacen en Colombia, ahora quiero saber si Colombia es como lo pintan en el cine”. Y yo, que solo quería vivir mi propia película lejos de mi realidad con una jinetera... No pude evitarlo y me vine, me vine sin más.

*Escritor.
E-mail: valenciacalle@yahoo.com

Ecos de Guadalajara
MARCO ANTONIO VALENCIA CALLE
EL PERIODICO, 28 de noviembre 2007
Álvaro Mutis es un viejo hermoso que ya logró pasar a la historia por crear el mito de Maqroll, el viajero, pero que sigue pensando que su puesto literario debería estar respaldado por una ceremonia en Estocolmo, y así poder navegar más tranquilo por las aguas de la inmortalidad. Un escritor inclaudicable que a pesar de la edad sigue inventando historias, reeditando su obra y recibiendo merecidos homenajes, al tiempo que anuncia que su hijo Santiago busca por todos los rincones del planeta sus escritos de años mozos para antologarlas y publicarlas.
García Márquez es feliz en México, besa a Mutis y Mutis lo besa a él, y así reafirman sus afectos en público, al tiempo que recuerdan anécdotas de sus años de brega y casi todos los dos mil asistentes al auditorio Juan Rulfo ríen con cariño. Es el último domingo de noviembre del año 2007 y Jorge Volpi, el escritor Mexicano de 42 años que tiene el privilegio de estar entre estos titanes de la literatura colombiana, en calidad de anfitrión, toma notas, se imagina su vida en cuarenta años y comienza a bosquejar una crónica para su blog. Paula Moreno, nuestra flamante ministra de Cultura, tiembla de emociones encontradas, apaga su celular y se deja alagar cuando alguien le dice que un día Gabo escribió que Dios debe ser mujer, y más, que debe ser una mujer negra de curvas perfectas y mirada limpia, como la de ella.
Termina el acto pero ni Mutis ni Gabo pueden escapar a la impertinencia y al cariño de sus seguidores. Los acosan como un enjambre de mariposas amarillas para pedirles la bondad de una sonrisa. Se trata de gentes de todos los pueblos del mundo que quieren verse reflejados en sus ojos de escritores colombianos, a ver si de pronto sirven de inspiración para algo, de fanáticos que son capaces de pedirle sin palabras un autógrafo rápido y poco placentero; e incluso, que posan a su lado como si supieran que están frente a los últimos dinosaurios vivos de las letras colombianas del siglo XX, y que como ellos, ya no hay, ni habrá otros.
El mexicano Carlos Fuentes, sorprende al presentar el tema de su próxima novela (Aquiles o el guerrillero y el asesino) que aborda los entretejidos de la violencia colombina a través de la figura de Carlos Pizarro, el candidato presidencial asesinado en 1990. Mientras en otro salón, el español Antonio Muñoz Molina, muy en consonancia con la labor de Fuentes, afirma que el papel del escritor es nombrar, decir e inventariar el pasado que suele ser tergiversado por la dictadura de los vencedores.
La feria del Libro de Guadalajara va hasta el 5 de diciembre y Colombia es el país invitado; por eso, 40 escritores de los nuestros están allí dando conferencias, presentando sus libros y dándose un roce de popularidad frente a los ojos del mundo, a sus pares literarios y frente a un público ávido de conocerlos. Guillermo Schavelzon, el agente literario de autores nacionales como Gamboa, Franco y Gabriel Vázquez ya declaró en una conferencia que la literatura colombiana empuja con fuerza a nivel mundial por su riqueza y diversidad, y la prensa hispana hizo eco inmediato de sus comentarios. Por los pasillos de los 26 mil metros cuadrados de la feria la gente se esta gozando el olor a café colombiano, aprendiendo a oír la música nuestra a través de 31 conciertos que aparecen en el programa oficial, y la alegría de los colores de la bandera nacional estampada por todas partes opaca a los 38 países que igualmente hacen presencia por aquí. Pero no todo es café, música y libros, Colombia también se trajo 250 piezas del Museo del Oro y una exposición pictórica de Débora Arango, que complementan el panorama cultural que nos hace ricos y valiosos frente a los ojos del mundo.
La literatura colombiana esta viva y en Guadalajara nos lo dicen al son de los mariachis, las rancheras y los millones de lectores. NOTA: ¿Y usted, ya tiene su libro de autor colombiano para las vacaciones de fin de año?
*Escritor

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