viernes, 29 de septiembre de 2017

TIENE MAGIA, QUIJOTES Y BRUJERÍA

pOR:
Marco Antonio Valencia


Todo el mundo lo sabe, pero tan solo unos  pocos lo disfrutan. Popayán tiene una magia impresionante. Si caminas por sus calles después de las cinco de la tarde con los ojos abiertos, la escucha atenta y el alma lista para los milagros, te vas a erizar hasta los huesos.
En Popayán no se camina rápido. Aquí es otro ritmo, hay que caminar respirando hondo y dejándose seducir por las palabras que a veces vienen cargadas de historia, otras de oraciones que salen de sus templos, las más de las veces con la risa de los amigos y el aroma del café que sale de los bares con nombres inconfundibles.
Y los quijotes se reproducen como pájaros o palomas. Gestores culturales que se inventan de todo para hacer felices a los demás, así no tengan dinero ni máquinas ni burocracia ni oficina ni equipos ni contratos ni sueldo…
Gestores culturales que a puro pulso e imaginación cada día anuncian la realización de festivales de cine, teatro, cuentería, poesía, música, chirimía, tríos, historia, literatura, patrimonio, cofradías, gastronomía, encuentros empresariales, profesionales, etc. Pero además, por los auditorios de la ciudad y las universidades se hacen a diario congresos por la paz, la salud, la educación, el agua, la naturaleza, la ecología, la pobreza, el hambre, la infancia… para medirle el pulso al espíritu y la inteligencia de la gente de todas partes.
En fin. En Popayán ya no sorprende ver desfilar un mundo de gente venidas de otros mundos hablando otros idiomas, para conocer y apreciar el milagro de los quijotes… y participar como escuderos de las causas vibrantes, el conocimiento y las estéticas que dan goce al intelecto y el espíritu.  
Esta semana, por no ir muy lejos en la Noche de los Museos (evento que si es organizado por la Alcaldía), todos los centros de memoria que tenemos en la ciudad abrieron sus puertas el viernes en la noche. Y se los juro por Dios que habían colas de cientos de personas esperando poder ingresar a cada uno de esos museos: yo lo vi con mis propios ojos. Fue genial e impresionante. Y los comerciantes de artesanías y comidas típicas durante todo un día pusieron sus tiendas en las calles del sector histórico para regalarnos esos elementos que nos llenan de identidad, amor patrio y cultura cívica a propios y extraños.
Pero hay más: un grupo de soñadores que desde hace dieciocho años se inventaron un encuentro internacional de cuentería llenaron el teatro Valencia por tres noches consecutivas hasta el gallinero sin importar las lluvias de octubre que ya nos invaden. Y en el barrio Valencia, otro grupo de jóvenes soñadores cansados de pedir prestado un teatro para sus presentaciones, decidieron inaugurar  una sala alternativa de teatro llamada Teatropolis para las artes y la gente. Y el miércoles, en el mismo teatro Valencia se declaró a Popayán, como capital mundial de la poesía con la participación de más de doscientos lectores y la asistencia de más de mil personas en una lectura de doce horas.  Y el parque de Caldas miles de personas se concentraron en una jornada lúdica cultural de medio día para pedir la paz y la firma de los acuerdos ya.
Pero sigo: esta misma semana, más de un centenar de ciudadanos se reunieron en el parque central para honrar la memoria del Sabio Caldas con chirimía, una Ley de Próceres para honrar la memoria y legado de nuestros héroes más amados.  Y el artista plástico Leonardo Huertas expuso un libro mural que llama Catarsis para la memoria (ilustraciones sobre el conflicto armado en Colombia).  Y en el auditorio del Banco de la República se presentó un libro de Juan José Bonilla mientras que en el salón Fundadores de Unicauca un grupo de estudiantes publicaron un libro para recordar las víctimas de los falsos positivos. Y el jueves Coomeva presentó para sus afiliados una obra de teatro de talla internacional con música en vivo que llenó el auditorio y me dejó contento el corazón. Y el viernes, en los pasillos que dan a la calle en el auditorio del banco de la República había una sinfónica en vivo con más de cincuenta músicos deleitando a los transeúntes…  Y la semana que viene, hay festival de cine corto con más de sesenta películas con artistas y autores que se pasearán por Popayán.
Y que no digan que aquí no hay quijotes. Porque con todo esto que les cuento, su espíritu vibra, se siente, se percibe en cada evento que la gente realiza.
Todos eventos se realizaron sin tener Secretaria de Cultura (existen coordinaciones de cultura), ni Fondo Mixto, ni grandes patrocinadores, y estoy seguro que fueron organizados con presupuestos estatales pírricos. Eventos que, salvo la noche de Museos, proyecto de la alcaldía,  se realizaron sin la asistencia de las autoridades a inaugurar o clausurar, sin discursos de políticos ni nada que se le parezca. Eventos de la gente, de quijotes, de un poco de jovencitos apropiándose de la ciudad, liderando sus sueños.  Y eso, emociona, emociona mucho.



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