EL PROBLEMA DEL INDIO
O DE CÓMO VOLVERLOS A ENGAÑAR
MARCO ANTONIO
VALENCIA
“El problema del
indio” titula un ensayo de José Carlos Mariátegui, donde nos cuenta que los
problemas sociales, económicos y políticos del indígena van de la mano con el descrédito
de las voces que narran la historia oficial al reducir sus movilizaciones al
problema de la tenencia de la tierra, y pueda que tenga razón, pero es que las
formas de hacer reclamo de los indígenas no generan solidaridad y por el
contrario son guerreristas y desafortunadas.
Por ejemplo, las
movilizaciones indígenas que se dan hoy en el Cauca (en alianza con los
campesinos) en contra la minería extractiva, la pobreza que genera el abandono
estatal, la falta de vías, las agresiones de las que son víctimas por parte de
grupos armados, y los incumplimientos del gobierno nacional de los acuerdos
pactados con la Cumbre Nacional Agraria… son justas, pero la manera de
reclamarlas no lo son.
Para ser
específicos: La concentración de los marchantes al sur y norte de la carretera Panamericana
de Popayán para taponar esta vía e impedir la movilidad vulnerando los derechos
del resto de colombianos, y de paso secuestrar literalmente a toda una ciudad,
es una acción grotesca y equivocada.
Los indígenas para
hacer sus reclamos –que nadie duda son justos-, con “tareas de guerra” contra
Popayán y sus habitantes están desconociendo la constitución nacional, la
justicia colombiana y desafiando a la fuerza pública. Y esa forma de reclamar
no podrá nunca tener un respaldo social porque es una lucha individualista y
étnica, que desconoce al otro, al vecino.
En otras palabras,
al conflicto tradicional por la vida y la tierra ahora hay que agregarle una
confrontación ideológica entre mestizos e indios que viven en el mismo Cauca,
cada uno pensando en defender sus derechos individuales; porque la política de
los indígenas en vez de apelar a la solidaridad del resto de los caucanos, lo
que ha hecho es desafiar y convertir en enemigo a todos los que no viven en sus
resguardos.
Un conflicto de
confrontación racial que creíamos superado históricamente sigue latente aunque
no queramos; y todo se da porque los líderes de las marchas desoyen los
reclamos de los payaneses o equivocadamente buscan victimizar al resto de los
ciudadanos en sus luchas, como si cada quien no tuviera sus propios dramas.
Otro problema más
grave aún, es que a los indígenas se les sigue viendo desde el gobierno
nacional como hermanitos menores de la sociedad y se les sigue engañando con espejitos
como en tiempos de la conquista y eso tiene que cambiar; para la muestra, las
más de veinte promesas que el gobierno nacional les ha firmado en el Cauca para
que abandonen sus movilizaciones sociales a lo largo de los últimos años, y de
cumplirles nada, poco, o a medias.
Es como un ritual:
los indígenas salen a marchar, y para exasperar los ánimos y visibilizar sus
demandas en la televisión taponan la vía Panamericana y se enfrentan a la policía,
entonces, viene un ministro les firma una promesa en nombre del gobierno
nacional, y todo vuelve a la normalidad; luego los indígenas se dan cuenta que
ese papel no sirve, y entonces, otra vez vuelven a marchar, y se les vuelve a
firmar otro papel, y así parece que será hasta el infinito como en un cuento de
Borges de laberintos y espejos.
Hoy mismo, Popayán
esa sitiada y hay cinco ministros firmándoles papelitos a los indígenas para
salir del apuro en la vereda la María entre Popayán y Cali, donde los
marchantes han taponado la vía, en un sainete que no favorece al Cauca y
fractura cada vez más nuestra sociedad. Y como prueba que esas acciones
alimentan una guerra de etnias, ayer mismo un grupo de payaneses salieron a
marchar por el Parque de Caldas con la consigna “nosotros también tenemos
derechos, no al taponamiento de la Panamericana”.
Los políticos
tienen que escuchar a los teóricos de “la sociología política y gobernanza”
para encarar este problema en el siglo XXI de otra manera. Pero así mismo los
indígenas deben replantear sus luchas por la vida y por la tierra en un
escenario que logre la solidaridad y el apoyo del resto de los colombianos y no
genere la rabia ciudadana cuando ser víctimas de sus acciones.
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