miércoles, 20 de julio de 2011

LA SALUD

Hay gente enferma por tener buena salud. Y cuidarse esta bien, pero con alegría y con respeto por aquellos que no comparten los mismos principios y costumbres de vida. Ser un cascarrabias también enferma o es estar enfermo. Ser un obsesionado con la salud es un problema mental de urgencia sicológica. Además, como paradoja, la ciencia ha avanzado tanto, que cada día es más difícil encontrar a una persona sana. Todos de alguna manera, estamos enfermos de algo. (Hasta los gerentes y empleados de las Empresas Prestadoras de Salud).
Hay quienes derrochan salud como príncipes rusos en carnaval de agua en Popayán. La gastan sin miramientos ni preocupaciones, pero solo cuando quedan en la inopia, sin pocos recursos, es cuando aprecian que tener salud es lo más importante en la vida, porque lo demás viene por añadidura, como dicen las abuelas.
Comprar salud es costoso, difícil, complicado. Los sistemas de salud están colapsados, la atención es deficiente, las medicinas genéricas no sirven, los charlatanes abundan, los profesionales son mediocres, los servicios de urgencias deficientes; y que pena decirlo por los que agonizan, pero las empresas de salud prefieren un muerto que un enfermo crónico porque sale más barato un entierro que un tratamiento largo (¡!)
Cuando uno va al médico no busca la felicidad, busca ayuda para aliviar un dolor o un sufrimiento y por eso pide respeto, pero cuando la consideración no se da, el alma se exaspera, y las personas llenas de miedo entran en cólera y hay que gritar, amenazar o demandar para acceder al servicio. San Camilo decía que los enfermos hacen ver el rostro de Dios, por eso los profesionales de salud (incluyendo los administrativos) deberían estar más cerca de los enfermos para ser más pacientes, más respetuosos.
Los electores inteligentes saben que un ciudadano vale para sus gobernantes -más allá de las elecciones-, cuando como políticos trabajan con honestidad para que El Estado ofrezca un sistema de salud con hospitales y servicios decentes y acuciosos; cuando ayudan a organizar leyes de salud que se interesen más por la persona, que por los ingresos económicos de algunas empresas inescrupulosas.
Las enfermedades van y vienen como la lluvia, pero la salud es como el sol que ilumina, dicen los africanos; y que el gobierno no lo entienda y haya tanta ineficiencia hospitalaria es contradictorio. Los hombres, mujeres y niños necesitamos la salud y la libertad tanto como la vida misma.
Ya lo dice el refranero: “la salud no tiene precio, y el que la arriesga es un necio”. Y estos gobiernos locales, departamentales y nacionales (de la actualidad) están arriesgando demasiado políticamente alcahueteando estos hospitales y clínicas tan deficientes que hoy tenemos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué es la salud?
Rut Cepeda.

Todos algún día nos enfermamos. Y esta enfermedad puede ser grave o puede ser pasajera. Puede ser del alma o puede ser del cuerpo. Porque estas dos palabras siempre van unidas y por lo tanto hay que tenerlas en cuenta cuando nuestro vigor falla. Muchos creemos que los medicamentos nos ayudan a sanarnos.

Ellos son una parte vital e importante, pero no lo son todo. Nuestra parte física nos da un aviso. Enciende en nosotros una luz roja para que nos detengamos y examinemos qué nos está pasando.

Nos debemos preguntar entonces por qué de pronto esta maquinaria estupenda que nunca había molestado nos está reclamando más atención y más cuidado.

Indiscutiblemente el mundo en que nos movemos es definitivo para nuestro bienestar o nos es adverso. Y entonces estamos obligados a estudiar de dónde procede esa desarmonía. Cuando hay un desajuste entre lo espiritual y lo físico se abre una grieta y nuestro cuerpo se resiente.

Por lo tanto esa persona necesita de un clima en el que haya buena atención y de soluciones médicas responsables y hechas a tiempo. Y sobre todo de un entorno familiar afectuoso que le ayude a superar sus dolencias con amor y dedicación.

Pero una mira con intensa preocupación en qué escenarios de descuido, de orfandad, de indiferencia se mueve esa fila interminable de enfermos en Colombia.

Yo tuve la suerte de tener en mi lejana infancia el médico que iba a casa y que se convertía en un miembro más de la familia. No había temores, no había esperas, no había dudas.

Todo era claro. Sin sobresaltos. Vivíamos un clima de afectos mutuos y nos sentíamos acompañados por un ser formado para sanarnos. Hoy la gente cuando se enferma y piensa y sabe que tiene que ir a la tortura de enfrentar su EPS se agrava y se desconsuela y la balanza no encuentra cómo nivelarse.

Es entonces cuando nos enfermamos seriamente. Por ahora Colombia trata de destapar toda esa podredumbre en que se convirtió el Sistema de Salud. Saludcoop jugaba con la plata de sus enfermos hasta en la bolsa.

En sólo 6 años, ella la mayor EPS del país, MULTIPLICO 47 VECES SU PATRIMONIO. Y evadió impuestos cercanos a los 66.000 millones. Y la gente enferma sigue siendo sólo un motivo baladí para que esos ladrones de “cuello blanco” continúen cumpliendo con su comedia.

Las incontables “colas” que hoy por hoy tenemos que sortear para llegar a medio conocer de qué padecemos llevan tiempo e incomodidades. No existe una autoridad con quién hablar.

Y cada cual está solo en medio de una muchedumbre colmada de angustias, buscando soluciones. No existe la menor explicación para este vía crucis. Sólo el día en que la politiquería que nos apabulla cese y el ser humano recobre su dignidad habrá salud para todos.