martes, 18 de marzo de 2008

JOVENES: MODELOS PARA ARMAR

POR: MARCO ANTONIO VALENCIA CALLE

“Me llamo Eleonora y tengo 21 años. Mi papá me trata como a una niña pero yo dejé de ser virgen cuando tenía 13, es más, ya tengo un aborto encima y mis papás no lo saben. Mi hermano estudia economía, tiene 19 años y mi papá no se imagina que fuma marihuana y que por eso lo han metido dos veces a un calabozo y lejos está de enterarse que perdió el semestre pasado por inasistencia”.

Los papás ven lo que quieren ver y escuchan lo que quieren escuchar y el resto del tiempo se la pasan en sus trotes, en sus escenarios y teatros: amasando fortunas, hablando con sus amigos, apostándole a la cotidianidad, jugando sus enredos de adultos.

Mis papás creen que no sabemos que ellos ya no tienen relaciones y viven aparentando un matrimonio de risas frente a nosotros. Mi papá cree que nosotros no sabemos lo mal que la pasa en el trabajo por culpa de jefe, el tirano. Y mi mamá cree que nosotros no sabemos que tiene de novio a su jefe...

Los papás no creen que uno sea bobo, pero tampoco sospechan que de bobo no tenemos un pelo. Ellos nos dan la vida, la ternura y la compota. Nos ven nacer, crecer en sus brazos, pero sin darse cuenta ellos, nosotros ya hemos inventado vida aparte. Mejor dicho, con la adolescencia hemos comenzamos a vivir doble personalidad. Una con ellos, en la casa, con sus costumbres y tradiciones, en el comedor, los fines de semana, etc.; y otra vida es la que tenemos con los amigos y amigas, en la calle, los bares, el colegio, las residencias y la universidad. Una vida al extremo, irresponsable, de desafíos, de velocidad, en fin.

Así como los adultos tienen sus juegos y encartes para subsistir. Los jóvenes igual, vivimos nuestros cruces y aventuras extrañas. A veces nos toca cambiar las ropas e inventar cosas para llegar a horas puntuales, evitar el olor a tabaco o el trago, decir que estamos durmiendo en la casa de una amiga, una tía alcahueta o que la fiesta es en una finca lejana y se varó el carro, y así otro millón de mentiras y de disculpas para tranquilizarlos.

A veces los papás nos pillan en la doble vida, pero generalmente ya es tarde. A veces se enteran por boca de chismosos que somos drogaditos, alcohólicos, gigolós o prostitutas. A veces el embarazo no se puede ocultar, o de la universidad (o el colegio) llaman a preguntar por qué no hemos vuelto. A veces la policía los llama para decirles que nos estrellamos y estamos muertos en la vía porque andábamos a doscientos kilómetros por hora y drogados, o que por culpa de una sobredosis en la discoteca tal…estamos fritos. A veces nos pillan cuando nos arrestan porque matamos a otra persona cuando nos divertíamos por ahí.

Si, así es la vida de muchos jóvenes. No siempre tan trágica y delincuencial, pero sí de una vida doble. De una hipocresía constante, un disfraz de carnaval continuo, dos caras, dos destinos, un ángel, un demonio. Una mentirita sin querer queriendo…

¿Qué está haciendo tu hijo(a) a esta hora? ¿Con quién duerme? ¿Qué consume? ¿Cómo va en el colegio o la U? ¿Qué sabe él o ella de la vida? ¿Qué ya vivió y no te has dado cuenta? (valenciacalle@hotmail.com)

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