“La Chirimía sin Diablo” es el título de la novela que escribo. En ella intento un homenaje a los músicos que trajinan con la chirimía, y busco asomarme a la música de los negros caucanos, a sus instrumentos, a sus currulaos y alabaos… que nos identifican como gente del Pacífico.
Hay una historia de amor como hilo conductor de la novela. Tiene que ver con un Mestizo y músico timbiano y su relación con la reina del pueblo, una adolescente Indígena con ojitos pardos que sueña con vivir en París. Pero la Indígena, un día sin saber cómo… se enamora de otro y le pone los cuerpos al Mestizo con un Negro de Villarica, que sueña con ser declarado “el señor de la marimba” en el Festival del Petronio Álvarez.
El Mestizo además de su chirimía tiene su grupo musical de salsa, y acompañado de su novia Indígena como corista, peregrina por las fiestas y ferias de Silvia, Piendamó, Miranda, Suarez y Puerto Tejada. En una de esas, se atraviesa el Negro marimbero por la vida de estos enamorados. Y el negro con sus aires de “yo soy el señor de la música”, su movimiento de caderas y su entrega a la faena, conquista esa noche al público, el odio del Mestizo y el corazón de la Indígena.
Los lamentos y las lágrimas del despechado se mecen un tiempo en los violines de los patianos, a donde el Mestizo se va a matar la tusa de su amor sin fortuna. En esas andaba cuando en una caseta de feria bordeña, en medio de un ruido atronador, se le aparece al timbiano su nuevo amor, una mujer Zamba que lo hacen tocar el cielo y componer maravillosas canciones que luego interpretarán Mark Anthony, El Gran Combo y Frankie Ruiz.
Pero hay más. En una epifanía, en un instante de revelación y lucidez el Mestizo repara en el diablo que siempre lo ha acompañado en sus faenas de chirimía, actividad de la que nunca se ha desligado a pesar de la fama y de la salsa. Y cuando quiere saber quién es el diablo enmascarado, y disculparse por haberlo ignorado siempre, descubre que el diablo no es un vecino o un músico frustrado, o la loquita del pueblo que se viste de rojo para pedir monedas… El diablo que anda con ellos es de verdad, el que vive en el averno, el tentador de Eva. Y es allí cuando el diablo le propone el negocio de siempre: “tres deseos a cambio su alma”. A partir de la respuesta del Mestizo la trama de la novela cambia. El Mestizo, un cristiano de pueblo ¿aceptará? Yo no creo. Pero si acepta ¿se vengará del Negro marimbero y de la Indígena enamoradiza? Pero hay más, al Mestizo siempre le ha gustado la política y se acercan elecciones de alcaldes y gobernador. ¿Le sonará la flauta de la política al Mestizo? ¿Accederá el diablo a patrocinarle la campaña? ¿Será el mestizo el candidato del diablo?
Una novela de amor, de lujuria y de traiciones. Una novela que intenta tomar “la foto movida” del Cauca que somos a través de las razas, la música, la política y la cotidianidad folclórica de nuestros pueblos.
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