sábado, 27 de noviembre de 2010

LOS BRUJOS DE PATIA

Me cuentan Los Mayores que en Patía había negros que lograban hacer pactos efectivos con el diablo. Que a cambio de riqueza y poderes hipnóticos para conseguir ganado o mujeres ajenas, le entregaban su alma al diablo en un rito que se llama empautamiento.

Me cuentan también, que había brujos capaces de atrapar el alma de sus enemigos en una vasija para luego enterrarlos hasta que el cliente se volviera loco, o que ponían esas vasijas al horno para que el embrujado padeciera ataques de epilepsia. O peor aún, que tiraban la vasija al río y la persona, cual judío errante, vagaba por el mundo hasta morir.

Que los brujos de Patía eran capaces de “llamar al susto”, apoyados en rezos y bebedizos de aguardiente con ajo y tabaco, para impedir que la gente se muera cuando tiene el alma ausente porque alguien los asustó cuando dormía.

Que impedían que una persona se muriera por culpa de las “almas detentes”, pues cuando estas tocan con su frío, la gente se enferma con mareos, fiebres y diarreas hasta secarlas por dentro, porque el frío de los muertos seca la sangre de los humanos. Y explican que “el alma detente”, es aquella del difunto que se fue si ser todavía su hora por causa de un asesinato inesperado, como suele ocurrir en las venganzas familiares. Y que dejan de ser detentes cuando muere el asesino o le llega la hora de verdad.

Me cuentan además, que armaban filtros de amor con sangre de menstruación. Y de esta manera el hombre que lo bebía quedaba bajo el dominio infinito por la mujer que lo deseaba. Que enseñaban a las mujeres embarazadas a comer mucho ají y tomar copitas de aguardiente para que sus hijos le salieran bravos. Y decían que si por casualidad una madre escuchaba llorar a su hijo en el vientre, no podía decírselo a nadie porque entonces, nacían mongólicos.

Eran brujos sabios con poderes infinitos traídos de ultramar. Y que la gente blanca de la montaña los buscaba mucho para ligar sus hijos con manteca de oso y savia de chonta, para que así fueran invencibles ante los dolores y las enfermedades de la vida. Y que de igual manera eran los encargados de ayudar a bien morir a los ligados que “eran duros de matar” rascándoles el dedo corazón y dándoles agüita de azúcar para que descansaran al fin.

Yo no sé si usted, amigo lector, pueda creer en esas cosas, pero lo cierto es que hacen parte de la mitología y las historia de Patía, un municipio al sur y a dos horas de Popayán. Creado por negros cimarrones venidos de África, pasando por Haití, los jardines de la magia negra.

Yo no sé si todavía se practican empautamientos, existan brujos tan poderosos y creencias tan extravagantes para los blancos ajenos a la historia de los pueblos. Pero de allí venimos, de allí es mi sangre y son mis antepasados. ¿Sabes algo de tus ancestros, de la historia de tu familia? ¿de la sangre que te corre, los genes que te alimentan? No te dé miedo, es hora de explorar…

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