lunes, 20 de agosto de 2012

POR UN CELULAR


EN NEIVA LO MATARON
Marco Antonio Valencia Calle

La semana pasada mataron a Onier Lisenhacuer Roa. Fue una muerte absurda, imprevista y repudiable. Tenía 17 años, era bachiller y parte de una familia que lo apoyaba. Su muerte fue dolorosa e incomprensible como todo asesinato. Un muchacho con un destino en progreso, educado, y como todo joven, una promesa para éste país.

Lo mataron otros muchachos por robarle un celular. Tal vez más pobres de espíritu, menos educados, sin familia, viciosos, de corazón dañado, sin amor, desgraciados. Muchachitos donde la familia perdió la oportunidad de inculcarles el temor a Dios, el aprecio a la vida. Muchachitos asesinos donde el Estado perdió la oportunidad de educarlos y enseñarles que la vida es sagrada.

A Onier lo mataron en Neiva, como han matado a otros tantos jóvenes a lo largo y ancho del país por robarle un miserable celular. Es una vulgaridad lo que vale una vida para los brutos. Es una vergüenza para este país la falta de educación. Es una grosería tener tanto muchachito sin valores ni moral robando y matando por nimiedades. Perdieron el año todos y cada uno de los maestros de los asesinos. Fallaron en su encomienda de educar los padres y familiares de estos asesinos.
Es un escándalo lo que está pasando en nuestra sociedad. Que nuestros jóvenes se dediquen a robar y a matar por un celular… que nuestros barrios populares en vez de llenarse de alegría juvenil, se nos llenen de pandillas y ladronzuelos chichipatos  que no respetan la vida, ni el bien ajeno.

Frente a una muchachada  de espíritu podrido, de moral podrida, de mente podrida, de hábitos podridos, de valores podridos, ¿Qué están haciendo en los colegios? ¿Qué están haciendo los padres de familia? ¿Qué están haciendo nuestros gobernantes?

Que la vida de Onier no sea para la estadística de un muerto más ¡No señores! Aquí estamos pidiendo justicia por él y por los miles de jóvenes muertos por un miserable celular. Exigiendo respuestas frente a los desmanes de pequeños delincuentes que crecen como ratas llevando a Neiva y al país, a niveles de tragedia inaudita. 

Hay que recordarle a los malos, que los buenos somos más. Maestros y estudiantes deben comenzar creando conciencia de que la vida es sagrada, y organizar una marcha más grande que los desfiles de Sanpedro…, para decir: No más, No más… ¡Nunca más!


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