viernes, 29 de agosto de 2008

ELBORDO: DIOS Y SUS ESCUELAS

MARCO ANTONIO VALENCIA CALLE
valenciacalle@yahoo.com

Por las calles de El Bordo “la modernidad” atropella a pasos agigantados, la economía esplendorosa se deja ver en negocios de todo tipo, y por la cantidad de carros y el tamaño de los supermercados se percibe que hay billete.

La fiesta sigue siendo caliente y sabrosa porque en todas las esquinas de su calle principal hay bares o discotecas. Las mujeres cada día son más hermosas: además de las voluptuosas morenas hay rubias a todo tinte y por montón.

La falta de agua durante todo el día, ha convertido a este pueblo en el París Latino, donde todos huelen a elegantes perfumes y fragancias de moda. Las oportunidades de estudios allí son superiores cada día a través de institutos y universidades de garaje, que ya pululan.

En El Bordo, ahora todos son cristianos, pues hay decenas de iglesias de todas las clases y estirpes. Esa cantidad de iglesias hace pensar... (¡) hace pensar que esos días de antaño llenos de violencia, traquetos y drogadictos robando y matando ya pasaron. Que ese Bordo parecido al oeste americano, donde predominaba la fuerza bruta, quedó atrás, para la paz de todos.

El pueblo crece por todas partes, se desborda por todos los lados. Eso significa que hay permisos de planeación municipal para construir, y que ese problema del agua con un alcantarillado que no alcanzaba para 20 mil habitantes, ahora sirve para abastecer a los 40 mil habitantes que ya tiene.

En el Bordo, hay un hospital gigante, de casi tres cuadras, y florecen las clínicas de garaje, y todas las EPS del país tienen sede allí. Eso significa que la calidad de vida de los patianos, es mejor que antes.

En el Bordo no hay Bancos. Hay una oficinita de la otrora poderosa Caja Agraria. Pero eso sí, son miles las personas que amanecen haciendo filas para meter platica en “el hueco”, como le dicen una entidad de inversiones privada.

Un lunar, y ya sin ironías: son sus escuelas públicas. Celdas hechas para espantar a los niños y jóvenes. Edificios feos, viejos, tristes, abandonados, básicos, sin estética, mugrientos, sin lujos ni agrado. Provoca salir corriendo en vez de ingresar. Todo progresa en el Bordo menos sus escuelas. Abandonadas a la mano de Dios y a la voluntad de sus profes. ¡Qué lastima!

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