por: Marco Antonio Valencia Calle
valenciacalle@yahoo.com
Fui a una conferencia de universitarios en algún lugar de la Tierra cuyo nombre prefiero olvidar. Un acto ridículo de ventriloquia de loras mojadas. Los pobres tipos no podían ni respirar por sí mismos. No balbuceaban una baba de su propia imaginación, de su propio pensar, de su propio sentir. Expusieron bagatelas como: Desde la perspectiva de Pokper y Marchx, vivir en un pueblo es un laberinto de dos puertas. La amistad extendida por un lado y el infierno del ridículo por el otro. Ya lo había afirmado Jibermas, en los pueblos pequeños se desnuda al otro con el olfato y se mide a la gente por el peso de sus apellidos, la cultura por el barrio, la importancia por los amigos que se tienen.
Desde Chuchenco, el presente y el destino de un fulano en los pueblos pequeños esta medido por lo que fueron sus abuelos y no por lo que son la gente en el ahora y en el presente. En los diarios de Kakas, podemos encontrar afirmaciones como que a veces a un pueblo llega un extraño y cree que puede entrar a la rosca, pero no; a veces un fulanito se da sus mañas y triunfa en las ligas económicas y políticas y cree que puede acceder a los círcus del ridículo social, pero no es así. A estos círculos los nuevos triunfadores sociales solo se les acepta, se les usa, se les aprovecha, pero no se le permite entrar a sus entrañas por más emparentado que esté. Incluso, los hijos naturales, reconocidos o no, tienen sus problemas para de acceso total. Y si no pueden los que llevan una pinta de sangre familiar mucho menos lo que Tripucha llamó los yernos (de yerros) o las nueras (aludiendo a las que no eran).
En estas culturas endémicas nos cuenta Pachulí, las luchas políticas están dadas por actores ultra conservadores en un teatro de pocas transformaciones. En el libro de Torobobo y Garcilazo, uno encuentra que esta gente se alimenta más de los elogios mutuos, de pergaminos en la pared, de títulos de nobleza para la exhibición, de escudos que les hace vibrar el alma y las tripas, que de proteínas y maíz, pues comen poco.
Trepanuca afirmó sobre este mismo asunto, que esta gente nunca dan la mano a un sujeto sin preguntar primero “y vos de quién sos hijo”, o “de qué familia sos”, siendo esta la frase que los identifica como pertenecientes a una clase racista, xenófoba, clientelista, Cuaternaria y peligrosa.
Sochogun Diez, en su libro “Las luchas políticas de las minorías ridículas”, dice que estos asuntos están dadas por temor y supervivencia, en la conciencia plena de saberse tribus en vía de extinción, pues ya al mundo civilizado y culto, en cualquier sentido del término le interesa poco menos que un comino el apellido de una persona frente a situaciones como la cultura, la creatividad empresarial o científica del ser y del ahora.
Chuspín, el sociólogo creador del Habeas, dice que todos éstos ritos y mitos, hacen que muchas veces en estos hogares se tengan que esconder el común sentido de humanidad que les corre, y detrás de las poses y caserones, pequeños asuntos se vuelven secretos inconfesables. Secretos que en principio son sus propias lápidas, y sus fantasmas frente a la fauna popular que los mira y admira estupefactos.
Bien decía el maestro Delfín Avispado en sus clases de sociología matemática, que no hay nada más ridículo en el mundo que ver el comportamiento estrafalario de un blanco con apellido, un negro con título y un indio con plata. Barak Mosquera, afirmaba que no es que estos sujetos pierdan el sentido de la decencia, sino que desconocen la inutilidad de sus petulancias olvidando que “polvo eres y en polvo te convertirás”, como lo afirmaba San Agrustrin de Hipotálamo. .
Ay, Señor, uno no sabe que produce más risa, si estas loras universitarias de nuestro tiempo sin voz propia y sus rebuscadas lecturas en El Rincón del Vago punto com para justificar sus sueldos de burócratas, o la dedicación del dinero público para investigar y montar foros sobre temas del ridículo que ya a nadie le importan, en las sociedades civilizadas.
Nota: solo acepto comentarios a esta columna de “gente con apellido”, y de universitarios con cerebro y voz propia.
1 comentario:
DE ZUTANOS, PERENCEJOS Y OTROS DRAGONES DE COMODO.
Le comenté su columna, a mi amigo Abolengo de Iragorri e Mosquera, primo hermano de Zutano Carvajal y cuñado de Homero Papamija, que a su vez fue vecino de Guillermo Valencia el poeta, quien vivía pared por medio en una finca de unos parientes de Timbío de apellido Chaux. Abolengo, precisamente después de recibir la pintica de ceniza del miércoles ibídem, contó que su abuelito había tenido un espasmo mental, en el mismo que recordó su época de esclavista, y cómo fue que entre varios hacendados de recios y telúricos apellidos jugaron al tute unas cuantas cabezas de negros bantúes y mandingas que resultaron en poco rebeldosos en sus haciendas. Muy a pesar del dicho que enuncia "el que no tiene de Congo tiene de carabalí", lo cierto es que el tema, después de unos cuantos charucos encima de la cabeza de los contertulios de la época, dio para iniciar la discusión sobre quien era quien. De ahí que se precipitó el debate que casi termina en reyerta de notaría, pues había una confusión entre quien era el Ortiz verdadero y cual el Ortiz falso. Y todo se fue convirtiendo en una bola de nieve, porque ahí saltó un tipo blanco muy apreciado en sociedad de apellido Mosquera y dijo: "por un caso con los Mosquera no se metan...". "Si carajo, con los Mosquera, no se metan..". La extrañeza surgió cuando un coro voluminoso de hombres afrodescendientes coreó y avivó lo dicho por aquel blanco, que enjuto tragaba salida, al sentirse sorprendido porque quienes deberían haber coreado su intervención eran obviamente los Mosquera Blancos y no esos Mosquera negros que nada tenían que hacer ahí. Entonces alguien propuso: "Compañeros pido la palabra...en aras de la dinámica de la discusión, propongo que se dilucide aquí por parte del noble descendiente del maestro Ernesto Saa, hasta que punto el apellido marca no solo nuestro origen sino nuestra historia...por ejemplo, yo que soy de apellido Aguirre, no tengo la menor duda que mi ascendencia tiene que ver con aquel noble caballero insurrecto de la corona española, que desertó de las huestes de don Alfonzo Pizarro, para ir en la búsqueda del Dorado, así que para quienes no conocen les recomiendo la "aventura equinoccial de Don Lope de Aguirre", para que se enteren de quien es la persona que les propone esta sana discusión"....., otro gritó por ahí: "Bueno, bueno, suficiente ilustración, en todo caso, aquí estos negros, la mayoría que han usurpado nuestros apellidos, deberían regresar ¡caray! a sus raíces, y ya dejarse de apellidar Mosqueras, Cueros, Castillos, Ortices, Quiñones, etc., y vuelvan a sus apellidos originarios....Congos, Dájome, Carabalí, Lucumí, o al menos algunos apellidos que surgieron por la misma condición de tal o cual negro en su comunidad...por ejemplo los de la familia Arrechea para mencionar algunos.
En gracia de discusión y luego del tinto que amenamente disfrutábamos con mi amigo Abolengo Iragorri e Mosquera, pensamos en el nuevo presidente gringo y dijimos: bueno, si un Obama descendiente de cuidacabras, pudo llegar a ser presidente, porque no un negro de Satinga, de Magüí Payán, de Guapi, de Tumaco, de Puerto Tejada, ¿no puede llegar a ser presidente?
Nota: acepto comentarios a esta respuesta, solo de negros cimarrones cuya estirpe y descendencia esté intacta y enarbole su bemba y su piel para cantar un guaguancó y decir...." Sin negro no hay guaguancó".
DANIELITO BANG.
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