por: Marco Antonio Valencia Calle
Como una gran avalancha de tierra y agua, la crisis económica avanza sobre nosotros, quienes hasta no ver el hambre en nuestras mesas, no le comeremos cuento a los gurús de la economía. Algo le aprendimos a Santo Tomás que dijo: “hasta no ver, no creer”. O mejor del catolicismo: todos quietos y frescos… que Dios proveerá. (Y ojalá así sea)
Frente al tema de la crisis económica vamos a ver si nuestro Presidente y sus ministros, con el señor Fiscal a bordo, se toma los canales de televisión para dar las indicaciones pedagógicas con el fin de evitar la catástrofe financiera, así como lo hizo cuando decidió cerrar las “pirámides” o empresas captadoras de dinero “para protegernos”. Acción presidencial que –sospechosamente- nos dejó más pobres justo meses antes de una recesión mundial.
Y hago un paréntesis: anoche tuve una visión: que la platica de las pirámides se había perdido del todo en esa ruleta del azar, y que con la crisis económica mundial en pleno me llegaban la pobreza a visitar, pero que la estocada final me la daba el gobierno cuando declaraba (como en la Argentina de hace años) “El corralito bancario”, es decir que nadie podía sacar sus ahorros de los bancos, y entonces la miseria se venía a vivir a mi casa con toda su familia. Por lo tanto, me tocaba salir con los vecinos a “cazar ratas” para matar el hambre (y aplacar la sed… de justicia).
Pero si la crisis económica viene a paso de tortuga, la crisis moral ya vive en muchos de nuestros hogares. La vemos cuando papás profesionales y todo, son incapaces de educar a sus hijos para evitar esa caterva de niños Emos y suicidas, ese clan de quinceañeros gays, esa multitud de niñitas premenstruales y callejeras, esa tropa de infantes drogadictos por soledad, esas manadas de pandillas juveniles robacarteras y mariguanos que asolan los barrios de las periferias.
La crisis moral ya nos la presentan cada día en los noticieros de televisión, cuando nos hablan de funcionarios con títulos de doctor y elegidos con la confianza del voto popular, que luego a conciencia y sabiduría de universitarios, terminan vendiéndose a intereses no santos, y a favor de sus bolsillos.
La crisis moral ya ronda la casa de todos. Tenemos que vacunarnos contra la estupidez colectiva. ¿Cómo es posible que ya no importe que nos pisoteen la dignidad?, ¿hasta cuándo seguiremos siendo ciudadanos de la Patria Boba?, ¿cuándo es que nuestras universidades asumirán su rol serio y responsable de enseñar una “ética para salvar la patria en tiempos de crisis moral”?, ¿cuándo es que van a dejar de decir en las universidades que “la ética” se aprende en los colegios, y en los colegios que en la escuela, y en la escuela que en la casa… si en la casa no hay nadie, y si hay alguien.., ya son papas podridas?
¿Qué carajos hacemos con estas universidades incapaces de enseñar ética, de fomentar profesionales con liderazgo, de asumir responsabilidades políticas frente a las crisis ciudadanas?
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