Por Marco Antonio Valencia Calle
¿Será posible un país donde podamos confiar en la buena fe de los funcionarios, creer en nuestros dirigentes y tener actitud positiva frente al Estado? ¿Será posible que desde la prensa podamos ayudar a sembrar prosperidad democrática sin falsos positivos? ¿Será posible que los candidatos a corporaciones locales usen un lenguaje moderado y sin hecatombes verbales?
Elegido un nuevo presidente convendría para la sanidad espiritual de la patria realizar comentarios propositivos frente al futuro y al destino que nosotros mismos construimos. Y ojo, que no estoy abogando por una opinión de bolsillo, ni por autocensuras, ni pido ojos cerrados para las indelicadezas que corrompen la sal. Solo que estoy pensando que una actitud más sana a la hora de opinar podría contribuir a la construcción de prosperidad que Santos nos propone.
Los dirigentes políticos regionales y columnistas de prensa estamos acostumbrados a opinar desde las barricadas del escritorio con denuncias de presunción y ataques personalistas ¿Será mucho pedir que cambiemos el discurso en pro de una re-construcción moral del país y sus ciudadanos?
Tal vez la tarea difícil, pero deberíamos intentarlo. Tener una mirada positiva de los acontecimientos y sucesos políticos requiere un mayor esfuerzo intelectual, es cierto; pero un pueblo como el nuestro, que ha sufrido tanto, necesita confianza. ¿Acaso un presidente hablando de “prosperidad, seguridad y trabajo” no representa una oportunidad para comenzar a cambiar los ánimos generalizados?
Claro que hay que denunciar y criticar las equivocaciones de los mandatarios locales y nacionales, porque al fin y al cabo la política es de seres humanos donde el yerro, la experimentación, el riesgo, el olvido, la improvisación y la estupidez hacen parte de nuestra forma de ser y actuar… y la costumbre de hablar mal de los políticos subsiste, pero frente al anuncio de “la prosperidad” que hizo el nuevo presidente propongo discursear con argumentos y hacer periodismo sobre lo bueno que pasa, porque lo bueno también es importante, nos da orgullo y ganas de hacer patria.
La democracia da espacios para la crítica de plaza pública, la denuncia de micrófono y la prensa escrita, pero deberíamos sintonizarnos para ejercerla de manera propositiva por el bien del país. No se trata de cepillar al presidente y funcionarios de alcaldías y gobernaciones, no.
El llamado es a ganar espacios políticos y periodísticos para mirar lo bueno, aportar a la esperanza y al optimismo, sin menospreciar la validez y necesidad de la oposición crítica, reflexiva y deliberante; porque si algo nos quedó claro de las pasadas elecciones presidenciales es que la gente quiere y sueña con “esperanza, confianza y seguridad”, pero dichos postulados además de un presidente carismático y de nuevos gobernantes locales para su realización, requiere apoyo ciudadano; y tal vez, digo.. tal vez, quienes tenemos el uso de la palabra pública podamos contribuir a ello. ¿Será mucho pedir?
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