domingo, 2 de enero de 2011

PROTAGONISTAS DE ABDUCIONES

En el mundo mucha gente ha sido secuestrada –o contactada- por ovnis (objetos voladores no identificados) que las reacciones conocidas frente a este fenómeno son muy diversas. Hay quienes cuentan su experiencia al público a través de los medios masivos, otros se vuelven estudiosos del asunto, muchos pasan al mundo de los trastornados psiquiátricos, y se sabe incluso de personas que se sienten tan estúpidos ante semejante experiencia tan ilógica para su lógica, que se quedan callados deseando creer que la cuestión es parte de su imaginación.

Cuando tenía nueve años vi mi primer extraterrestre, eran las cinco y media de la mañana, estaba en la finca de mis abuelos en el valle del Patía y salía todavía dormido a buscar un naranjo para orinar. Nos encontramos de frente, era como un hombre buzo, con tanque de oxigeno y careta. Nos miramos un lapso de tiempo largo hasta que me hizo señas para que me acercara, pero lo que hice fue gritar a todo pulmón ¡Abuuuelaaaa, un monstruo! Y eché a correr como Dios manda en casos de emergencia.

La abuela salió tizón en mano dispuesta a defenderme de alguna fiera hambrienta; echó un vistazo por los cuatro puntos cardinales donde estaba, pero al no ver nada y lamentando la arepas que se quemaban en la cocina, me dio un ramalazo con la escoba para que dejara de llorar y decir pendejadas. Sobra decir que ese mismo día abandoné la finca, que nadie me creyó el cuento, y que algunos mayores me acariciaban la cabeza felicitando a mi papá por “la imaginación tan desarrollada del pelao”; y por supuesto, ya sabrán lo que pasó años después cuando vi un buzo –por primera vez y de verdad-, en la televisión.

La experiencia me dejó cicatrices: me volví hosco y tímido y nunca más volví a salir a jugar a la calle, y para llevarme al colegio tuvieron que amansarme primero como a una mula, pues me asustaba la idea de salir de casa a encontrarme a “un coco” como los llamé en mi inocencia infantil, pero luego fueron mis amigos imaginarios (¡!)

Alguna vez conté la historia en el colegio, y fui el hazme reír de todos, y por poco me quedo con el mote de “mar-ciano”. Entonces decidí callar, hasta cuando hiciera falta recordar. Y el asunto es que ahora, los volví a ver.

Hablar del asunto es complejo por lo subjetivo y la proyección mental que se necesita para siquiera tomárselo en serio. Tener la capacidad mental para comprender que no estamos solos en el universo y que existen otros seres inteligentes en él, además de abrir nuestro ser, alterando la conciencia, es complicado.

Una conciencia “adecuada” es la antena que permite una comunicación física con un ser de otro mundo pero de éste universo. El cielo es su territorio. Es más, hay estudiosos que dicen que los Ángeles, hadas, demonios, espíritus, dioses, monstruos o vampiros son solo extraterrestres que han venido del cielo de visita a la tierra; y que mucha gente ciega por sus creencias religiosas los trata de dioses o demonios sin prueba alguna.

La historia de la humanidad, de sus continentes y sociedades, esta llena de relatos sobre visiones de objetos voladores: desde Grecia hasta nuestros días los testimonios nos siguen asombrando. Son experiencias paranormales con seres de otra realidad llamadas de diferente manera: extracorporales, místicas, psíquicas, espirituales, es decir, son asuntos que están fuera del concepto tradicional y cultural de la realidad que tenemos y manejamos y que muchos niegan por su propia paz mental.

No hay comentarios: