Marco Antonio Valencia Calle
valenciacalle@yahoo.com
Cada periodista tiene una visión del mundo que muestra a través de sus actos cotidianos, pero no todos tienen la intención de interactuar con la historia, ni quieren ser responsables de educar, ni son serios con su trabajo, ni tienen conciencia de sus desafueros, porque son empleados “sin vocación” que laboran para llenar sus barrigas con un salario que nunca será digno ni suficiente. Y allí comienza el infierno de la profesión, del oficio, de la prensa y los periodistas.
Y se ríe el diablo cuando los periodistas que casi nunca son los protagonistas se creen más importantes que la noticia porque tienen a disposición un medio, o piensan que se les deber rendir pleitesía por hacer un trabajo simple y llano que consiste en hacer que la gente se entere de las miserias y maravillas que arman el rompecabezas de la sociedad.
El diablo alimenta el ego de los débiles. De allí que algunos periodistas se confunden, y pasan del servicio de informar con documentos y hechos, a la egolatría lastimera de opinar para dejarnos ver la estrechez de su intelecto o el lado oscuro de su corazón. Claro, hay periodismo de opinión, pero no todos los periodistas están formados para ejercerlo, y una cosa es tener capacidad para opinar con fundamento, y otra es arriesgarse a decir zarandajas desde la bilis, el amor o el odio para sembrar pánico o desencanto.
Arde el infierno, cuando vemos en el panorama a periodistas que desde sus trincheras apabullan a sus enemigos con discursos de pretendida autoridad moral, o cuando desorientan al ciudadano reproduciendo opiniones salidas de chequeras sospechosas.
El diablo es puerco y sabe que los periodistas son los cronistas de la historia más reciente. Y que con su voluntad por contar noticias van construyendo el país que tenemos y el infierno que padecemos. Pero una historia que se cuenta sin análisis, sin comparaciones ni proyecciones por gente escasa de mollera y de formación, destruye cualquier civilización
Hay que valorar el amor con el que algunos periodistas tejen su trabajo, nos llenan de esperanza y van construyendo de manera positiva el país que tenemos, pero lamentamos a los que de la mano del diablo se confabulan para atizar la guerra, para manipular la estadísticas, para provocar la rabia y la desunión entre los pueblos, para hacernos creer lo contrario a lo evidente.
POSDATA: Saludo y deseo de felicidad a los periodistas colombianos en su día: 9 de febrero.
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