domingo, 18 de noviembre de 2012

IRONÍAS


IRONÍAS
Marco Antonio Valencia Calle

1. -Y entonces se volvió más poético llorar por las bombas de la Franja de Gaza y los ciudadanos de Tel Aviv que por las bombas que les caen a los campesinos del Cauca masacrados, perseguidos, arruinados, envilecidos y asaltados por la violencia que campea en uno de los departamentos más pobres y arruinados por la guerra en la geografía colombiana.
2. -Todos lloran por los palestinos. El mundo los defiende, y eso está bien. Pero a nadie en el mundo, ni a los propios colombianos, les interesan las miles de familias de luto en el Cauca, los cientos de niños que se quedaron sin escuelas, las decenas de personas mutiladas y asesinadas, las hectáreas de sembrados echados a perder, los cientos y cientos de desplazados por los tiros de media docena de actores armados en el Cauca.
3. Lloremos por Palestina. Es más bonito. ¿A quién se le puede ocurrir llorar por los animalitos masacrados, por los niños huérfanos, por las mujeres violadas, por los secuestrados, por el conflicto armado que hay en el Cauca?, ¿A quién por Dios, se le va a ocurrir llorar por los bombardeos, los asesinatos, los atracos en el Cauca? No, frescos… eso no tiene prensa, todos vamos a llorar por Gaza, por Israel, porque es más más poético, más internacional, más chic, está de moda...
4. -Por el dolor y la tragedia de los palestinos, lloremos todos. Por los “hermanos palestinos”, “por los hermanos de Israel”. Por esos seres humanos que ni conocemos, ni sabemos en el mapa donde ubicarlos, ni por qué los bombardean, ni entendemos su historia, ni su idioma, ni sus formas de pensar, no importan, son víctimas, lloremos por ellos. Y digamos “pobres palestinos” ¡Qué tragedia, qué dolor!
5.- A ver, colombianos en coro y en fila: escribamos cartas, hagamos cadenas de oración, lloremos frente a las pantallas de televisión, arrodillados y con los ojos aguados por el conflicto palestino-israelita. A ver, todos en fila india con cara de tragedia escribiendo mensajes por las redes sociales, hagamos conciertos de paz por las guerras foráneas. Vamos… eso está bien, está de moda, no les dé pena. Qué importa que al mismo tiempo, a la misma hora, se estén bombardeando puentes, escuelas y alcaldías en el Cauca, qué importa que policías y civiles sean asesinados por azar. Nada, eso no está de moda lamentar. Uno entiende que de tanto llorar por Gaza las lágrimas ya no alcanzan para los pobres indios, negros y campesinos del Cauca. Al fin, es un departamentico de gente pobre, con el más alto índice desempleo del país, sin voceros. No pasa nada. Frescos.
6. -Que toda barbarie hay que lamentarla. Si, es cierto. ¿Pero la brutalidad de lo que ocurre en el Cauca quién la entiende?, ¿quién la conoce, a quién le importa? No nada, el Cauca queda en otro planeta. No tiene prensa internacional. Sigamos llorando por una guerra de extraños, de países lejanos de gente desconocida con idioma desconocido. Vamos, vamos que está de moda. Si a los pobres caucanitos no los llora ni la Madre Patria… ¿por qué los tienen que llorar los hermanos colombianos? Mejor, llorad por Palestina, ese conflicto que sufrís, entendes, conoces y padeces. 

lunes, 12 de noviembre de 2012

EL PACIFICO NO ES CALI


EL PACÍFICO NO ES CALI
POR: MARCO ANTONIO VALENCIA CALLE
valenciacalle@yahoo.com

De manera egoísta y sobre los hombres y la pobreza de sus vecinos, los caleños y vallunos se han adueñado del Pacífico. Por ejemplo, tienen un canal de televisión que emite de, y a nombre del Pacífico colombiano, pero toda su programación y publicidad es de vallunos. Tienen un periódico como El País, que se vende a nivel nacional, pero que no le interesa para nada publicar hechos de sus departamentos vecinos. Televisión y prensa escrita, podrían haber cimentado ya una cultura regional para afrontar las realidades del siglo XXI desde sus maravillas como región, pero al egoísmo de los caleños, eso no les importa. Sus intereses económicos son ego-centristas… porque “lo demás es loma”.

El corredor del pacífico colombiano no es el Valle. No señores. Lo conforman 174 municipios de cuatro departamentos: Choco, Valle, Cauca y Nariño con una población de 8 millones personas. Son 13 mil kilómetros de costa que van desde Cabo Manglares en limites con el Ecuador hasta punta Ardita en limites con Panamá. Con un enorme potencial biodiverso compartido y manifiesto en de playas, montañas y volcanes, con miles especies de flora y fauna en sus áreas protegidas y en sus parques nacionales; con fuentes hídricas valiosas como el nudo de los pastos y el macizo colombiano sumados a los ríos Cauca, Atrato, Patía y el San Juan. Una región que goza de riquezas enormes representadas en minas de magnesio, cobre, estaño, níquel, platino y oro; además de la madera, la ganadería y la vocación agrícola que permiten ver a esta región como una despensa del país. Pero no. Los únicos que se lucran de todo ese cuento de riqueza es el Valle, porque lo demás es loma, pobreza y guerra tonta.

En el Pacífico negros, mestizos, indígenas y blancos hemos logrado convivir con limitaciones serias como la pobreza, el analfabetismo, la falta de vías, la insalubridad, entre otras, por culpa del abandono total del gobierno central. Problemas que han permitido la explosión de la violencia generada por paramilitares, guerrillas, narcotráfico, mafias, explotadores de minería ilegal y caciques politiqueros que manejan los directorios como burdeles de tercera, donde los electores viven extorsionados y humillados por contratos y puestos burocráticos.

Del gobierno central, a excepción de Cali, los departamentos del Pacífico tan solo han recibido la atención de los ministerios de Cultura, y Ambiente y Desarrollo Sostenible, las carteras más pobres, para reconocer con diplomitas la riqueza inmaterial y ambiental de la región; reconocimientos bonitos que en la práctica económica para nada resuelven nuestras necesidades.

En el año 2010 los gobernadores de la región dieron mucho de qué hablar con la conformación de “la Región Pacífico”. Comenzaron aireando fortalezas, riquezas, problemas y ganancias de una unión estratégica, pero todo se quedó allí, en palabritas y promesas. Nada se ha vuelto a escuchar en la prensa sobre el tema. Tal parece que la realidad los abrumó, y que el gobierno central acalló estas voces. Otra vez, los habitantes del pacífico volvimos a quedar esperando un mañana mejor. Y con decir “No hay liderazgo regional”, se dice todo.  Y no es justo vivir en la miseria siendo tan ricos.

Cali y los vallunos se llevan todos los honores y beneficios económicos de la región pacífica. Y aunque es un logro de su clase empresarial, no es lo correcto. De muchas maneras, su actitud ego-centrista cierra puertas a sus vecinos. Eso es como hacer la fiesta del barrio, vender la lechona y  quedarse con todas las ganancias que bien pudieran ser para beneficios comunes.