sábado, 9 de mayo de 2009

La madre

por: Marco Antonio Valencia Calle

Cuando a Eduardo Lamas le propusieron llevar al cine su poema “La madre” no se sorprendió para nada, pues sabía que tarde o temprano iban a descubrir que era un genio de las letras. Aceptó el trato, pero pidió participar de la realización de los libretos, a lo que el director y libretista Max Lebaza indignado dijo que solo aceptaría sugerencias por correo electrónico, pero nada más; porque una cosa era el simple poema, y otra cosa era la nueva obra de arte que saldría de su genio creador. La puja de egos terminó en una cena con empresarios y artistas, con mucho whisky y más paga para el poeta. A la madrugada, después de tanto rogar, el bardo lo único que pudo conseguir fue la posibilidad de estar presente sin voz ni voto en las escenas de grabación.
Cuando comenzaron a rodar, Lamas casi se muere al descubrir que el hijuemadre director había puesto a un político como protagonista, al interpretar el primer verso de su poema: “herida y llena de lágrimas decepcionadas, camina la madre del infante travieso por el parque de un mundo destruido”; pero como ya todos estaban avisados, de nada valieron sus reclamos. La cosa se puso peor, al punto que Lamas casi derriba con su pataleta una cámara analógica reformada, cuando descubrió que la mente retorcida del director había buscado una actriz porno para protagónica. -Es solo la interpretación de tu babeante poema a las madres-, le gritó Lebaza, y salió llamando a seguridad para que sacaran al hijuemadre poeta de una vez y para siempre de los estudios.
El poeta quiso deshacer el negocio, pero los empresarios como buenos capitalistas, no tenían escrúpulos ni se dejaron convencer por las sensiblerías y argumentos moralistas del autor. -¿Por Dios, -decía-, es que ustedes no tienen madre? No sean tan hijueputas, no me hagan este daño. Se están tirando el homenaje que le hice a mi madre.
-Agradece que nos estamos “tirando el homenaje” y no a tu propia madre-, dijo el más simpático, un negro gordo, con dientes impecables y cadena de mafioso al cuello. –Todos aquí tenemos madre-, dijo un enano con aliento de ajo-, pero es de caucho, por tanto, nos rebotan tus insultos. -Mi mamá, gracias a Dios, dijo uno que vestía corbata y camisa amarilla de mangas largas, fue la que me enseñó que la vida es de los vivos y que afuera se quedan los perdedores. Esta película de “La madre”, mi querido poeta, es un negocio que nos va a llenar de dinero. Déjate de sensiblerías.
El poeta gritó y gritó para terminar balbuceando que no, “que no le podían hacer semejante afrenta a su madre”. Se dejó caer en una silla a punto de llorar, recibió un vaso de agua, y a todos llamó la atención que parpadeaba a mil por minuto, como si le fuera a dar un ataque de algo.
-Hijo-, le volvió a decir el de la camisa amarilla mientras se arreglaba la corbata. –Todas las madres son santas, pero también son seres humanos llenas de defectos por dentro y por fuera. Ya todos aquí quisiéramos que nuestras mamás jamás nos gritaran, que es la cosa más infame que puede hacer una madre, o que dejaran de ser mujeres corrientes expuestas a los vicios y pecados como la lujuria, la gula, la pereza, la ira, la envidia y la soberbia… déjate de pendejadas y celebra con nosotros esta película, el amor por “tu madre”, es sin duda un gran guión, y un excelente negocio. ¿Vale?

domingo, 3 de mayo de 2009

A TODO MARRANO LE LLEGA SU DÍA

por: Marco Antonio Valencia Calle

Marcial abre el periódico y se encuentra con la notica: “El mundo alarmado por pandemia de gripe porcina”. Y sonríe, por fin una noticia distinta para mitigar el miedo a la crisis económica y los despidos laborales que le ponían la carne de gallina y las tripas sueltas.
–Nos han cambiando un miedo por otro- se dice, y vuelve a sonreír. Pero este miedo es mejor, al fin y al cabo están hablando de una ventana hacia la muerte, y no de los desgarramientos que produce la falta de dinero, el hambre o las necesidades insatisfechas. En el baño medita mirando el papel higiénico: prefiero morir de una “cochina gripa”, que por las pesadillas que dan las deudas. Abre la página editorial (¡es otro de los que lee en el sanitario!) lee y comenta: ya nadie acusa a los políticos por tránsfugas, los columnistas se han dedicado a escupir sus miedos porcinos y vaticinan malévolos y “con sospecha”, que los sistemas de salud preferirían tener millones de muertos a sacar dos monedas de la alcancías tipo cochinito que han de tener, para comprar vacunas. El caricaturista ha dibujado un globo terráqueo y ha puesto una cola de cerdo apuntando hacia Marte, un mundo más despejado, virgen y saludable. En la radio del apartamento vecino, que se escucha bien en la casa de Marcial (una apartamento de interés social con paredes de papelillo y cero intimidad), un pastor bullicioso de iglesia desconocida, vocifera holocaustico el comienzo del fin del mundo, de las profecías de los iluminados, de las epidemias como el sida, los malditos secuestradores, las plagas humanas, la pobreza con hambre, la gonorrea, los políticos inmorales, el tifus, el miedo, los pesticidas, la influenza, etc, etc
Camino al trabajo en una buseta de servicio público, una mujer estornuda y la gente comienza a insultarla. La mujer, una matrona cincuentona, jorobada y chal rojo, apenada por su alergia, se baja del vehículo pálida de la vergüenza deseando haber muerto en ese fatídico accidente que la dejó viuda, antes de haber asistido a semejante escarnio y señalamiento público.
En el trabajo, a la hora del tinto, que es cuando en la empresa de Marcial comienzan a rodar las noticias, las bromas y los chismes del día, pasan de enterarse que a la mujer del subdirector de Estadística la vieron salir de un motel con su marrano de turno; a las cifras de “sospechosos portadores de la gripe”, y bromean deseando estar enfermos para irse a casa, a dormir a lo cerdo, con salario completo, celular activado, peluche marital y piyama de rayitas.
Ya no hablan de las pirámides o captadoras ilegales que “los cogió a todos de marranitos”, y les tumbó los ahorros dejando las economías familiares temblando; ni de la crisis económica mundial que dicen que se avecina como el Quinto Jinete del apocalipsis para dejarlos a todos sin empleo; ni de los presidentes latinoamericanos que pasaron de las elecciones democráticas a las dictaduras populistas por culpa de esa franja de indiferentes y “caribajitos” que no votan ni dicen nada…
De regreso a casa, rememorando a Barba Jacob, trata de armar una parodia para aliviarle el susto de tocineta que seguro tendrá temblando a su mujer: “Hay días que somos tan marranos, pero tan marranos, como leve gallinas asustadas por la gripe aviar, y tal vez bajo esta epidemia la dicha nos sonría, porque la vida es cara, manipulable y las puercas noticias “sospechosas” como el mar”.