sábado, 26 de abril de 2008

EN MAYO DEL 2008: GRAN LANZAMIENTO

El Profesor espantapájaros
es la nueva novela del escritor
Marco Antonio Valencia, (Mayo 2008)
Una fuerte denuncia contra los depredadores de la naturaleza, un bello mensaje que nos invita a comprometernos con los nuevos retos y causas ambientales.

Un libro para niños y jóvenes de todas las edades.
Una aventura por todos los parques naturales colombianos.

Un homenaje a los docentes y guardaparques de Colombia que luchan para que tengamos un país mejor cada día de nuestras vidas.
Interesados pedidos al tel. 313-665 8538

OSCURO POR CLARITAS

por DONALDO MENDOZA
Reseñas de literatura caucana:

AUTOR: VALENCIA CALLE, Marco Antonio.
OBRA: Oscuro por claritas,
EDITORIAL: Trueque,
FECHA PUBLICACIÓN LIBRO: Popayán,2003

Marco Antonio Valencia C. (1967) es uno de los escritores jóvenes más reconocidos del Cauca. Los premios que ha recibido como poeta han echado un velo sobre el fabulador. En efecto, quienes lo conocemos desde su edad de escolar sabemos que su utopía más anhelada es el reconocimiento como narrador. “He sido un narrador desde mi niñez. La poesía llegó como un ejercicio de relajación después de largas jornadas de fabulación. Con algún desgano fui juntando líneas, y cuando tuve suficientes para un librito, las mandé a concurso, y me sonó la lira”.
Entre la ficción y la poesía está el Marco periodista. Antes de novelista y poeta Marco escribió cuentos y crónicas. La primera novela llegó con la madurez, a los 35 años, en 2002: Oscuro por claritas. ¿Por qué tan tarde? “Me atreví a escribirla cuando me sentí seguro de haber hallado la voz que buscaba. Fue providencial un precepto borgeano: ‘Para escribir es preciso olvidar todo lo leído’. Revelación que me salvó.”

El origen de lo narrado en Oscuro por claritas está señalado por la noticia del asesinato de Mauricio: “¡Anoche mataron a Mauricio!…” Enseguida advierte el lector que la narración no será lineal, el punto de vista está determinado por la técnica del flash back. En cuanto al tiempo de la narración, transcurre de prisa, como la vida de los jóvenes personajes que se agitan en la novela: dos de la mañana / a las siete / 4 de la tarde / un día después / por esos días…El tiempo de la historia sitúa el relato en lo qué pasó después del terremoto en 1983.

El tiempo gramatical es el pretérito imperfecto, matizado por el presente de los diálogos. A propósito, uno de los factores estilísticos que hacen de esta novela un ejercicio entretenido de lectura es el diálogo. El tiempo que aporta elementos para el tono de la narración es el ambiental, y qué mejor ambiente para esta historia de galopante tensión que la impenitente lluvia. Nos sitúa en un espacio que no puede ser otro que las calles, para unos personajes cuyas vidas no conocen otro sentido que el desenfreno: “las calles de aquí son para transitarlas…”.

El eje narrativo de la novela es el escrutinio a fin de descubrir quién mató a Mauricio. Sobre esa trama el noctámbulo narrador nos muestra las vidas privadas y secretas de los habitantes de la ciudad, cumpliéndose una paráfrasis de Paul Jonhson en Intelectuales (1998), sobre una idea de Rousseau: “Muy pocos llevamos vidas que soportarían sin mengua un escrutinio minucioso”. Lea la novela de Marco Valencia desde esa perspectiva, y hallará su pedacito de biografía.
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lunes, 14 de abril de 2008

El IDIOMA

por: MARCO ANTONIO VALENCIA*
valenciacalle@yahoo.com


Hay lingüistas que afirman que todas los idiomas provienen de la evolución de una única lengua original, pero hay quienes opinan lo contrario; lo cierto es que fue enorme la variedad de lenguas indígenas que encontraron los europeos cuando incursionaron en América; y se estima, que hoy, con la variedad de dialectos son más 6.500 las lenguas que se hablan en todo el mundo.
La demolingüistica, calcula que –en estos momentos- por razones de millones de hablantes, el mandarín, el idioma oficial de la China, es el más hablado en su condición de lengua materna; le siguen el español que se habla en Centro y gran parte de Suramérica, así como en España; luego está el inglés que se tiene como lengua natural en Norteamérica, Inglaterra, Suráfrica y Australia. Seguidos por el Árabe y el Hindi.

Los idiomas aprendidos (considerados como segunda lengua), en su orden de relevancia son el mandarín, el inglés, el hindi, el español, el ruso y el árabe. Y para hacer posible el entendimiento entre tanta multiplicidad de lenguas, culturas, redes, negocios y proyectos globalizados existen los diccionarios bilingües, la traducción automática a través de computadores, y la profesión de traductor; eso si, hay quienes prefieren leer todo en su lengua materna y sospechan de las traducciones. Por ejemplo, se dice que Simund Freud aprendió español para poder leer el Quijote en su lengua de origen.
Sobre el idioma español habría que decir que su nacimiento data de hace unos 10 siglos, pero su consolidación se ha dado en los últimos dos, y que sus reglas ortográficas se mantienen sin modificaciones desde 1815. Que su origen esta en latín, con raíces griegas, y posteriores influencias del árabe, el francés y el inglés.

Los guardianes de este idioma son los miembros de la Real Academia de la Lengua (RAE), que tiene 22 subsedes en América. El Español, es el cuarto idioma más hablado del mundo, estimándose en 400 millones el número de sus hablantes, y se calcula que a finales del siglo XXI, serán más de 500 millones.

Importante es igualmente anotar que el español tiene unas 83.500 palabras sin prefijos ni derivados (contra 100 mil del francés y 616.500 del inglés), pero que una persona normal utiliza entre 1500 y dos mil palabras para su comunicación cotidiana. Y el autor de referencia es Miguel de Cervantes Saavedra con su obra emblemática El Quijote de la Mancha; seguido por el colombiano Gabriel García Márquez.
*Mag. En Filología Hispánica.

lunes, 7 de abril de 2008

LADRONES

por: MARCO ANTONIO VALENCIA
valenciacalle@yahoo.com

El Diccionario del Diablo, de Ambrose Bierce, cuenta que una noche alguien le solicitó a Voltaire que narrara una historia sobre ladrones, y el francés, figura clave de la ilustración, dijo: “Hubo una vez un Recaudador General de impuestos…” y se calló. - ¿y qué pasó?, le replicaron-; y el autor de “El tratado sobre la Tolerancia”, simplemente dijo: “Ese es el cuento”.

Los ladrones para apoderarse de lo ajeno usan artilugios, mañas varias y hasta la violencia. Y cualquiera a nuestro alrededor puede serlo. ¿Si en las universidades (claustros de la ética, el saber y la civilización) se roban las ideas entre científicos y humanistas, que podemos esperar de gente menos ilustrada y más hambrienta?

Hay ladronzuelos de tierras y monedas, pero también los hay de cosas importantes como los pensamientos, las historias, el corazón y hasta del alma. Los peores son aquellos capaces de robar el trabajo artístico e intelectual de otros, ladrones que no temen quedar en ridículo público por su ignorancia manilarga.

Los ladrones ya no solo roban en los supermercados, arrebatan carteras en las calles, se jalan el dinero de los cajeros automáticos, meten mano en los bolsillos ajenos, hurtan las claves de los correos electrónicos, las recetas culinarias, los secretos profesionales, si no que también son capaces de robarse los amores, los afectos, los amigos… y hasta el tiempo, como lo decía Platón.
El descredito de los políticos esta jurado por el uso de frases como “dentro del Estado el que no tranza no avanza”, el “como voy yo” (ce.ve.ye), “el miti-miti” y otras fórmulas de ladrones. Pero sin duda, es triste escucharle a gente educada y servidora del Estado “que es inocente de robo hasta que se le pruebe lo contrario”; y que la justicia hable de “ladrones de cuello blanco”, cuando el que se apropia de lo ajeno debería ser llamado “ladrón”, sin más eufemismos.

Como sociedad debemos revisar nuestra moral. Robar no puede ser una costumbre nacional. Es Jesús y no Judas el hombre a seguir. Descartes en El Discurso del Método proclamó la necesidad de fundamentar la claridad de nuestro pensar para no contradecirnos. No robar debe ser una actitud personal y la voluntad de todo un pueblo. Hay que dejarse de pretextos. Ser pobre no implica ser ladrón, y robando no se deja de ser pobre (aunque “algunos” pobres políticos intenten demostrar lo contrario).