miércoles, 27 de febrero de 2008

Municipios y gestión cultural

Ahora que estamos comiendo esperanzas nuevas con alcaldes y gobernador recién elegidos, es bueno comentar la necesidad de invertir en cultura para salir del subdesarrollo y la violencia en nuestros territorios. Todos saben de la valía de tener ciudadanos cultos e ilustrados, pero pocos saben que la cultura no nace por generación espontanea, ni es producto de la pobreza o la politiquería. La cultura es quizá el bien más preciado de todos los pueblos, y es un proceso de formación que se inicia en casa, se fomenta en el colegio y se fortalece, necesariamente con políticas del estado.

Los alcaldes deben invertir en cultura tanto como invierten en deporte. Deben fomentar concursos para motivar las vocaciones y financiar todas aquellas expresiones del cuerpo, la mente y el espíritu que hacen grande a un pueblo, frente a otros pueblos.

Las instituciones educativas, si bien es cierto son los motores de la vida cultural y deportiva de muchos municipios, y los maestros dedican tiempo a fomentar el amor por las artes, necesitan más apoyo, recursos, incentivos y acompañamiento del Estado.

Nunca vamos a tener escritores ni músicos importantes, si ilusionamos a los niños para que sean artistas, pero una vez que son adultos no los apoyamos para sacar avante sus productos culturales fuera de las fronteras de nuestros municipios, y lo poco que se hace, lo logran con las uñas.

Las nuevas administraciones municipales deben ser muy conscientes de su responsabilidad con la cultura, y por lo tanto no pueden convertir los cargos de los entes culturales en puestos de corbata, nombrando a gente que no tienen ni idea de lo que es hacer gestión cultural.
Una persona que trabaja en una institución cultural, llámese Casa de la Cultura, Coordinación cultural o biblioteca municipal debe estar preparada conceptualmente en asuntos referentes a la historia regional, la pluriculturalidad étnica que vivimos, las manifestaciones culturales más relevantes de la región en todos los tiempos y campos; saber sobre sistemas de financiamiento, mercados culturales, cooperación internacional, diseño de proyectos y formas para captar recursos, así como planear los procesos culturales a largo y corto plazo, para lograr que todos los ciudadanos del municipio y el departamento puedan participar como actores y/o como espectadores, porque si la cultura nos presenta una oportunidad de educar, también hace posible la felicidad y la paz, y a eso le tienen que apostar los mandatarios locales y los gestores que han nombrado.

MIS VECINOS

Me encanta saber que la vecina tiene buena voz pero nos perturba a muchos el volumen de su caraoke cuando trabajamos en casa, descansamos o estudiamos; olvida la “cantante” que vive en un Edificio y no en un salón para ensayos musicales. Me encanta conocer a un tipo tan comprensivo con su esposa, que sale a fumar en las escalares del Conjunto dejándole la contaminación a los demás. Me encanta ver que los dos roedores del patio común, ya son cuatro, y pronto serán seis; que la vecina encontró compañía en dos perros; y que otro vecino adora tanto a los animales, que tiene un animal de selva por el que daría la vida, o mataría con sus propias manos a quien lo denunciara por violar, no una, sino varias leyes que se lo prohíben. Olvidan mis vecinos que vivir en un Edificio Residencial es diferente a vivir en un zoológico, una casa de campo o de barrio. Que la ley 746 del 2002, que rige la convivencia, la salubridad, la ecología y la tenencia de animales, se los prohíbe tajantemente.

La convivencia en un edificio se da por “Un régimen de propiedad horizontal (Ley 675, del 2001). Y queramos o no, todos los habitantes (no solamente los dueños) somos solidariamente responsables del lugar y nadie puede hacer lo que le venga en gana en su forma de vivir, si ello perturba la salubridad, o el bienestar de los demás. Por eso, al comprar o alquilar un inmueble de estos, es preciso tener en cuenta ese detalle; desconocerlo nos puede generar dolores de cabeza, multas y sanciones; o en caso extremo, llamadas a la policía o la alcaldía, para que simplemente haga cumplir la Ley.

Ley que orienta que en los dos primeros meses del año hay que realizar una Asamblea General de Co-propietarios, para tomar decisiones tan simples como la redacción del Manual de convivencia. Manual que los habitantes del edificio ya sean dueños o inquilinos, están obligados a cumplir para evitar discusiones o pleitos inoficiosos.

Si los habitantes del edificio no somos capaces de administrarnos a sí mismos, esta Junta puede contratar a una persona jurídica o natural que lo haga. De no hacerlo, la indiferencia nos desmejora la calidad de vida, los apartamentos pierden valor, los problemas y las deudas comunes crecen, las autoridades pueden sancionarnos, y los problemas de convivencia podrían aflorar en cualquier momento.

¡Que cierren las licoreras departamentales!

Que desgracia tener que inventar la mentira (creérsela y defenderla), de que las licoreras departamentales son indispensables para financiar la salud, la cultura y la educación de una región. Si lo cierto es que un pueblo desarrollado, culto y preocupado por su comunidad, lo primero que debería hacer es educar para no consumir drogas en vez de proporcionarlas; porque estos productos causan daños irreversibles en la salud, homicidios, suicidios, problemas laborales, y accidentes de tránsito que dejan miles de muertos en las estadísticas de todos los pueblos.

Que desgracia que nuestras gobernaciones tengan que decir que dependen (para algo) del “dinero fácil” que producen las licoreras; y por consiguiente, vivir a cuenta de lo peor de la sociedad como son los borrachos, los adictos y los miles de muertos causados por la ingesta de alcohol. Que desgraciados los gobiernos locales que para su desarrollo cultural tienen que abogar por el alcoholismo entre sus ciudadanos.

Tienen razón los pensionados y trabajadores de estas empresas, en oponerse a que sean liquidadas con la fuerza de sus sindicatos y demandas de todo tipo, porque de allí depende el sustento de sus familias. Pero como empleados son incapaces de cuestionarse bioéticamente el asunto del daño que causa el consumo del alcohol. A ellos, como a muchos en el mundo, únicamente les interesa el crujir de sus estómagos, su trabajo y sus familias, y el resto de la humanidad se puede ir al carajo bebiendo trago hasta morir; pero tienen que entender que este tipo de instituciones con carácter público, tarde o temprano se tienen que cerrar. Y eso llegará cuando un Senador serio haga el debate pertinente en el Congreso de la República, o los gobernadores responsables se den la pela y las liquiden.

Lo malo, es que si han pensando en cerrar licoreras, es por los pésimos manejos administrativos, corrupción, ineficiencia, insolvencia, inviabilidad económica y perversiones politiqueras; pero no por defender al ciudadano inerme frente a la publicidad agresiva y mentirosa que nos invita a beber para ser felices y contribuir a la salud de todos. Bien le haría a la juventud del siglo XXI, a la ética, a la ciudadanía y a la política, el cierre de estos castillos de la contradicción; al tiempo que la creatividad y capacidad de nuestros dirigentes nos ofrecen otro tipo soluciones para financiar de manera decente la educación y la cultura. (valenciacalle@yahoo.com)

CAFÉ Y CIUDAD

Sentarse a conversar en un Café es un placer y desde hace muchos años un ejercicio vital para citadinos sensibles. Las ciudades del mundo tienen entre sus sitios clásicos los Cafés, donde hombres y mujeres amigos de la palabra, el ocio o la inteligencia, se dedican a alimentar el espíritu, el conocimiento y la vida misma, alrededor de alguna bebida aromática y exquisita.
En Popayán, como en las grandes ciudades del mundo, la amistad, la grandeza, el humor, los negocios, las costumbres, los chismes, los mitos y la cotidianidad suelen pasar por las mesas de los Cafés, lugares cada vez más distinguidos, tradicionales y acogedores.

En ellos se cuecen las aventuras políticas, los desmanes literarios, los amores enloquecidos, la biografía de grandes empresarios y la de interesantes personajes de la comarca; y así lo entendió un patojo como Álvaro Grijalba, que decidió llevar el encuentro con sus amigos a un estudio de televisión, para transmitir sus pláticas en vivo y en directo, en un formato exigente, oportuno y eficaz, que cada vez gana más audiencia.

El programa se llama Café y Ciudad, va de lunes a viernes a las 11:00am (con retransmisión a las 9:00pm) en un canal local, y en pocos meses se ha constituido en cita obligada para muchos televidentes que desean conocer, en la voz de sus protagonistas, el desarrollo de historias y asuntos que a todos nos concierne por el mero hecho del sentido de la pertenencia.
Para una tertulia amena, hace falta un buen anfitrión y una taza de café bien preparada. Luego, viene la excelencia del invitado, un tema de interés general y ahora si, el milagro de cristalizar la conversación en un asunto de curiosidad para los televidentes. Y todo ello esta presente en Café y Ciudad. Grijalba es un hombre culto y audaz para sacarle jugo a sus invitados. Maneja como pocos la dialéctica, tiene intuición, es histriónico y genera confianza entre televidentes y contertulios. En sus entrevistas no pueden faltar ciertos arrebatos de humor, ironías, gracejos y anécdotas que hacen del conversar un arte y un placer.

La esencia de Café y Ciudad y el éxito de Grijalba, está en saber valorar al ser humano en todas sus dimensiones; en convertir a nuestros personajes más sencillos en verdaderos protagonistas, y a los encumbrados por los vericuetos de la fama en personas amables que se dejan conversar. Al final, uno siente que con este tipo de programas se esta aportando de manera eficaz al desarrollo y la cultura de la ciudad, al reconocimiento y valoración de los hombres y mujeres que día a día individualmente trabajan duro por sacar adelante sus vidas, al tiempo que contribuyen de manera eficaz con el progreso del país y la región.
(valenciacalle@yahoo.com) * Escritor.